Del escritor turco Ohran Pamuk (1952), Premio Nobel de Literatura 2006, se han traducido numerosas obras. Ahora, al rebufo del premio, se publican en castellano cosas antiguas, como esta miscelánea de 1999, titulada Otros colores, en la que se han integrado algunos textos más recientes, como “Mi proceso”, sobre su procesamiento por referirse a la masacre de armenios y kurdos por parte de Turquía, durante la primera guerra mundial. Genocidio tanto más significativo cuanto que, como es sabido, animó a Hitler, veinticinco años después, a realizar el suyo porque, decía, el de los armenios apenas tuvo eco en la opinión pública y estaba olvidado.
En el prólogo, Pamuk escribe que “este es un libro hecho de ideas, imágenes y fragmentos de vida que todavía no han encontrado su camino en ninguna de mis novelas”. Más claramente este es un libro en el que se colecciona, en un solo volumen, escritos varios que andaban dispersos. Escritos de diversa entidad, clase y valor, pero siempre de interés.
Agrupa pequeñas escenas literarias, a veces líricas, pero no especialmente brillantes. En la parte titulada “Libros y lecturas”, Pamuk ofrece su opinión sobre escritores antiguos (Sterne, Dostoiweski) o más modernos: Camus, Bernhard, Vargas Llosa, con apreciaciones certeras. El conjunto de trabajos agrupados bajo el nombre de “La política” es interesante porque refleja de primera mano la apertura de mente de Pamuk, su rechazo del nacionalismo y la voluntad de no enfrentar Oriente a Occidente.
“Mis libros son mi vida” son explicaciones, aclaraciones, entrevistas sobre algunas de sus más celebradas novelas, como El libro negro o Me llamo rojo. “Cuadros y textos” es una miscelánea dentro de la miscelánea, en la que se habla un poco de todo. ”Otras ciudades” contiene interesantes observaciones sobre Nueva York. El libro se completa con un relato corto (“Mirar por la ventana”) y una larga y jugosa entrevista con Pamuk.
Para quienes gusten de la literatura de Pamuk y, naturalmente, deseen conocer más del autor, este es un libro oportuno. El tono de Pamuk es directo, sencillo, sin petulancia, con gracia. Cuando le preguntan cómo se siente al conceder entrevistas, responde: “A veces nervioso, porque doy respuestas estúpidas a preguntas sin sentido”.