Papá Piernas-largas, a pesar de que el título pueda resultar un poco infantil, es una pequeña joya tanto para jóvenes lectores como para adultos.
Judy Abbott ha vivido toda su vida en un orfanato, no sabe de dónde viene o quiénes son sus padres. Un día recibe la noticia de que uno de los patronos del orfanato ha decidido pagar su educación en la universidad a condición de que le escriba cada mes una carta contándole sus experiencias, sin esperar respuesta alguna por su parte. Lo único que sabe de él, porque lo vio cuando salía del orfanato al caer el día, es que su sombra es alargada: por ello decide dirigirse a él como Papaíto Piernas-largas. El libro es la colección de todas estas cartas, salpicadas de simpáticos dibujos, que van mostrando cómo Judy, la huérfana, se va transformando en una educada y culta joven.
Las cartas son tan vívidas, tan variadas en sus descripciones, tipos, humores, con divertidos monigotes como aclaraciones, que es difícil dejar el libro. A través de ellas se va desarrollando una relación de cariño con su desconocido benefactor, al que tratará realmente como a un padre. Para ella todo es nuevo: su infancia no ha sido como la de los demás; nunca ha leído nada de literatura clásica, y empieza a devorar libros para poder participar en las conversaciones de sus amigas. Sus dos compañeras de habitación en el colegio mayor le abrirán los ojos al mundo. Son Sally, una chica sencilla y divertida, y Julia, una Pendleton, de alta cuna y familia adinerada a la que no envidia nada. Con ellas compartirá muchos momentos y periodos de vacaciones.
Una de las ideas que se va formando en su cabeza a raíz de todo esto es que uno no debe acostumbrarse a tener cosas superfluas, pensando que es un derecho. Aquellos que han tenido de todo desde siempre piensan que la felicidad también les es debida, y no saben apreciarla en las pequeñas cosas de cada día, no saben ser agradecidos (Judy decide que hasta va a disfrutar la experiencia de un dolor de dientes como algo positivo de lo que se puede extraer algo bueno).
El final del libro es redondo, muy bien construido, inesperado. La pena es que el libro sea tan breve: el lector queda con ganas de más. Editado por primera vez en 1912, y reeditado ahora en España, con una nueva traducción y todos los dibujos de la autora, se puede decir que es de plena actualidad por el contenido. Sin necesidad de recurrir a extrañas fantasías, mundos futuros o cualquier otro tipo de invención literaria que tanto abunda hoy en día, transmite valores como el cariño, la superación de dificultades o el valor de las pequeñas cosas cotidianas de un modo sencillo y con buen humor.