Planeta. Barcelona (1998). 338 págs. 2.400 ptas.
El premio Planeta 1998 ha recaído en una historia que cuenta por qué aparece congelado, en el interior de la cámara frigorífica de un lujoso chalet malagueño, un cocinero profesional italoargentino. No se trata de una historia propiamente policiaca, ya que la policía cierra el caso considerándolo un accidente. Es la voz narradora quien poco a poco ilustra al lector sobre los organizadores y los invitados a la cena tras la cual el jefe de la empresa de catering que la sirve será asesinado. La autora sabe mejor lo que quiere decir que cómo expresarlo. En términos narrativos, lo que ella pretendía -mostrar una trama compleja de modo que parezca sencilla y hasta natural- ha resultado más bien al revés. Todo en la novela es forzado, ocurre a base de un número excesivo de carambolas que nada tienen de espontáneo ni de verosímil.
La ambientación, con predominio de espacios lujosos, incurre en muchos lugares comunes, pero, aun así, es lo más logrado del libro. Que la trama sea trivial, los personajes carezcan de rasgos individualizadores y el estilo recuerde al de las series televisivas, no importa cuando se piensa antes que nada en las ventas. Lo curioso es que el título alude a dos tipos de infamias con el mismo calificativo. Puede ser una pequeña vileza que un cocinero no revele los trucos de sus recetas, o que un viudo maduro sienta impulsos inesperados de erotismo homosexual. Pero la palabra no resulta ya tan adecuada cuando se trata de adulterios en serie, contrabando o colaboración con asesinatos masivos por razones políticas. Una confusión más que añadir a un libro todo él difuso.
Pilar de Cecilia