Ediciones Internacionales Universitarias. Madrid (2005). 167 págs. 10,50 €.
A poco que se examine la información diaria con cierta perspectiva racional, se advierte el afán de excluir a la religión de la esfera y del debate públicos. Otxotorena pone al descubierto la ofensiva laicista y los variados trucos de su argumentación.
Así, por ejemplo, hoy se formulan algunos problemas morales en forma de «disyuntivas radicales, planteadas de un modo apremiante, unilateral y abstracto; se desgastan las palabras y se relativiza su contenido»; se apela a los derechos humanos y a la autonomía individual; se acusa a la religión de mantenerse en un «fundamentalismo flagrante». Frente a esto, Otxotorena recomienda «una réplica densa, esforzada y exigente, aguda en sus matices, ajustada en su expresión»: precisamente lo que él hace.
El análisis de Otxotorena en las tres partes en las que ha estructurado el libro es certero, solvente y claro, y, además, desapasionado. Aclara conceptos y argumentos que muchos confunden: laicidad, laicismo, anticlericalismo, etc. Expone de modo racional lo que significa ser creyente, sin apelar a autoridad de la Iglesia, sino al «acierto en su criterio». Muestra de modo imparcial las posturas de los que se definen como de izquierdas y de derechas.
Todo esto, y más, sin caer en didactismos ni en una apología llena de añoranza: se centra en el problema tal y como hoy se presenta, en toda su complejidad y hostilidad. Va al nudo de la interpelación laicista al creyente y no concluye en «La respuesta» -la última parte del libro- con unas recetas fáciles, sino con un andamiaje conceptual que atiende a los variados, complejos y densos planos del discurso laicista.
No es fácil encontrar hoy un estudio sobre este tema tan sintético y contundente en su rigor como el de Otxotorena. Se le agradece, por todo esto y porque está escrito sin tremendismos escandalizados, sino con la serena indagación que busca la verdad.
Patricia Morodo