Nacido en Sofía en 1965, el autor huyó de Bulgaria con su familia en 1971. Ha vivido en diferentes países europeos y africanos, y en la actualidad reside en Viena. Para escribir esta novela, como explica en una nota inicial, ha mantenido numerosas entrevistas con antiguos presos políticos búlgaros y con militares retirados de la época comunista. También ha tenido acceso a documentos extraídos de procesos y de informes de los archivos de la Seguridad del Estado.
La intención de denuncia traspasa toda la novela, que describe –en paralelo, en primera persona y en capítulos intermitentes– la historia de dos personas que vivieron de manera muy distinta el régimen comunista presidido por Tódor Zhívkov, en el poder de 1954 a 1989: Konstantín Milev Sheitanov y Metodi Popov. La novela transcurre ya en el periodo democrático, aunque Bulgaria vivió una transición a la democracia muy peculiar, tutelada por el propio Partido Comunista, que ha impedido que los responsables de la dictadura de aquellos años acaben en los tribunales.
Konstantín Milev Sheitanov fue condenado por atentar contra una estatua de Stalin en la capital, a veinte años de prisión, de los que pasó muchos en campos de trabajos forzados. Ahora, ya un anciano con problemas de salud, acude a los archivos secretos para conocer los informes que se hicieron contra él, en los que con cuentagotas, pues no le proporcionan toda la información, conoce de manera más detallada cómo fueron las investigaciones y quién le traicionó. Konstantín va en contra de la actitud que ha tomado la mayoría de la sociedad búlgara, que ha decidido aceptar la derrota, asumir la amnesia y dejar el pasado en paz. Pero Konstantín, como él dice, todavía tiene “una cuenta pendiente con la traición”, y no descansa hasta averiguar cómo se desarrollaron aquellos sucesos, que el autor elige como metáfora de lo que fue el auténtico rostro del régimen comunista de Zhívkov.
El otro narrador es Metodi Popov, de la misma generación que Konstantín. Fueron incluso compañeros de estudios. Su carrera representa el ascenso meteórico de los triunfadores que sirvieron al Estado comunista. Casado con la secretaria personal de Zhívkov, perteneció a la élite del poder y fue uno de los máximos responsables de la Seguridad del Estado y de los campos de concentración más importantes, los de Lovech y Skavena. El mantra que utiliza para acallar los desvaríos que se pudieron cometer en esos años, y que él conoce de primera mano, es continuamente el mismo: “Siempre he cumplido con mi deber (…). Sé cuál es mi responsabilidad y seguiré sirviendo a mi país mientras se me necesite”. Como tantos otros dirigentes de la época comunista, tiene la vida muy bien asegurada y sigue colaborando con antiguos comunistas que ahora militan en el Partido Socialista Búlgaro. Pero a Metodi el pasado le acecha y le atraviesa.
Estas dos vidas le sirven al autor para dar vida al título de la novela: Poder (Metodi) y Resistencia (Konstantín). En una frase final, Trojanow resume la intención de su obra: “El verdadero espíritu es la resistencia contra el espíritu del poder”. Eso es lo que desea mostrar, con un gran trabajo de ambientación y documentación. Juanto a personas que se pliegan a los intereses dogmáticos del Estado y sucumben al miedo que imponen los totalitarismos, hay también otras que arriesgan sus vidas para defender su libertad.