Minúscula. Barcelona (2002). 190 págs. 12,50 €. Traducción: Cristina García Ohlrich.
Erika (1905-1969) es hija, primogénita, de Thomas Mann, y ser hija de Mann influyó, como es natural, decisivamente en su vida. Este libro es una autobiografía fragmentada, pues lo es sólo del tiempo que va desde sus veintiocho años a los treinta y ocho; y es también biografía implícita, pues en primer plano están el relato y el comentario de los sucesos europeos de 1933 hasta 1943, la «década de Hitler». De hecho, sigue un poquito más -tres capítulos breves, como todos- hasta 1958.
Podría parecer que se trata de un informe político, y de sucesos e ideas que están ya muy lejos y, por eso, ajenos al interés actual. Nada de eso; es una autobiografía, amena, interesante; y de una mujer muy valiosa, por su inteligencia, por su ternura y sensibilidad, por su cultura y por su talante o clase -ese algo tan difícil de definir, pero que es real y que conforma una personalidad-. También enriquece su vida y, por tanto, su escritura el gran abanico de intereses y aficiones: actriz profesional, creadora y directora de la compañía de teatro «Molinillo de Pimienta». Con textos suyos y de su hermano Klaus recorren Europa, en esta «década de Hitler», y hacen una labor en pro de la libertad y en contra del fascismo. Aficionada al automovilismo, viaja por el mundo en guerra; sus capítulos sobre España son encantadores pues Erika Mann no es una corresponsal de guerra, sino una incansable viajera, solidaria con el hombre que sufre; quizá pueda decirse, en buen sentido, que es una romántica enamorada del amor; no en vano es también autora de libros infantiles.
Celebrada articulista, este libro es un ordenado mosaico de textos (que ha seleccionado la misma Editorial Minúscula), artículos suyos, publicados o no, y de alguna conferencia, de las muchas que pronuncia en Estados Unidos, con gran éxito inicial hasta que su sinceridad nada política (nunca lo fue) le acarrea el rechazo y el insulto. Para una mayor aclaración de este y de otros muchos momentos del libro, es útil el Posfacio -de Irmela von der Lühe y de Uwe Naumann, buenas conocedoras de su vida-. Me parece que este libro resulta demasiado breve, sin embargo, para satisfacer el deseo despertado en el lector de saber más de Erika Mann.
Pedro Antonio Urbina