Ediciones Paulinas. Madrid (1992). 291 págs. 1.450 ptas.
El profesor Gafo, conocido especialista en temas de bioética, recopila en esta obra una serie de orientaciones básicas para el estudio ético de la manipulación genética. Su obra, dirigida a todo tipo de lectores, pretende ser una divulgación cualificada de la realidad ética que se esconde detrás de un tema tan escuchado y tan de moda -baste recordar Parque Jurásico-, pero quizá tratado habitualmente con poca profundidad.
La obra se estructura en tres apartados: el primero se dirige a quienes carecen de conocimientos de biología, y pretende explicar brevemente en qué consisten los genes y su manipulación. Después de esta introducción técnica, que parecerá algo abstrusa a algunos y excesivamente simplificada a otros, pero que es indudablemente necesaria, el autor explica la aplicación al hombre de los recientes conocimientos genéticos, y sus repercusiones morales, así como las directrices éticas que han surgido en los últimos años. Finaliza con un capítulo prospectivo, en que aporta algunas orientaciones acerca de cómo enfocar, desde el punto de vista ético, las posibilidades técnicas futuras.
Hay que reconocer el mérito de su divulgación genética para profanos. Otro tanto cabe decir de la recopilación de todas las directrices éticas existentes sobre la manipulación genética, en un conjunto ordenado que se deja leer con facilidad. Así, no duda en tomar gran número de indicaciones de la bioética secular americana. Aunque ésta defiende unos principios difícilmente sostenibles, que Gafo critica certeramente, algunas de sus conclusiones son de indudable interés y de inmediata aplicación. Igualmente, expone las directrices éticas de la Iglesia católica -actualmente pocas- que pueden orientar al médico que se enfrente a estas situaciones.
Se echa de menos una cierta clarificación de los presupuestos teóricos que baraja en las valoraciones éticas. Aunque el capítulo final es bastante explícito acerca del pensamiento del autor, hay cuestiones que permanecen algo oscuras o confusas. Así, no se termina de entender cómo integra su aceptación de la directrices de la bioética americana con su defensa de una ética basada en el concepto de naturaleza: parece, al menos a primera vista, que no ha llegado a entender el concepto aristotélico de physis y su relación con la teoría ética. Las directrices cristianas quedan, pues, un poco en el aire, aparentemente equiparadas con los principios seculares, y fundamentadas exclusivamente en la fe y en el Magisterio.
De todos modos, Javier Gafo defiende una visión cristiana de la ética, y aporta una orientación clara y a todas luces correcta a la situación actual de la manipulación genética. Sólo su capítulo final resulta algo confuso y potencialmente desorientador.
Antonio Pardo