EUNSA. Pamplona (2004). 213 págs. 15 €.
Los atentados del 11 de marzo dan absoluta actualidad a este trabajo del profesor de la Universidad de Granada, Javier Jordán, un informe que posee el rigor intelectual y metódico propio de un trabajo universitario. Jordán es colaborador del Centro de Estudios de la Defensa Nacional y autor de publicaciones especializadas sobre seguridad y defensa.
La distinción que hace entre los términos terrorismo musulmán, que considera inapropiado, y terrorismo islámico, resuena a concesión a lo «religiosamente correcto». Si «islamista» acentúa el contenido político extremista, no hay que olvidar que la fe musulmana es un continuo religioso-social-político y que el islam hunde sus raíces en las mismas fuentes coránicas.
El autor, desde luego, ni se engaña ni nos engaña, pues en este interesantísimo trabajo quedan en evidencia las motivaciones que las propias organizaciones terroristas, nacidas en el mundo musulmán, manifiestan como justificación a su existencia y su guerra santa (yihad) contra el Occidente cristiano y contra determinados regímenes musulmanes considerados «contaminados». Las diversas declaraciones de Osama Ben Laden e inmediatos colaboradores suyos aquí recogidas son particularmente reveladoras.
El retraso social (pobreza), económico y político (déficit democrático) es analizado por el autor como telón de fondo de los movimientos islamistas y de su conversión en organizaciones terroristas internas. Si las causas fueran estrictamente sociales y económicas, ese tipo de terrorismo habría proliferado en zonas como África o Iberoamérica, pero eso no ha sucedido en forma generalizada y global. El fracaso del terrorismo islámico en el interior de sus países de origen y la «eficaz» represión por los gobiernos afectados, están en la raíz de su progresiva internacionalización que culmina con la aparición de la red terrorista Al-Qaida, máxima expresión del terrorismo global. El apoyo de los Estados Unidos a los «muyahidines» afganos durante la invasión soviética no es ajeno a la aparición de «la red» después del abandono por parte de los norteamericanos del escenario afgano, inmediatamente después de la derrota soviética en ese país.
El trabajo de Javier Jordán alcanza máxima y siniestra actualidad en el capítulo en el que se pregunta ¿Es Al-Qaida un amenaza para España? La respuesta está, si se quiere, en una declaración de Ben Laden que cita textualmente: «La misión de matar a los americanos y a sus aliados -civiles y militares- es un deber individual de todo musulmán que puede realizar en cualquier país en el que sea posible».
Agustín AlbertiSelección de textosChoque de civilizaciones. Los partidarios del terrorismo islamista entienden su lucha en clave de choque de civilizaciones.
Para Osama Bin Laden la yihad se dirige a una doble finalidad: implantar regímenes islámicos en los países musulmanes y defender el islam de la conspiración que han urdido contra él Occidente y los judíos. La primera meta incluye además la unión de todos los musulmanes en una sola comunidad política, es decir, la reinstauración del califato. De ese modo el islam recuperará el esplendor de los comienzos, que se habría ido perdiendo por la desviación de la verdadera fe y del olvido de la yihad.
(…) Para ello resulta necesario deponer antes a los gobernantes apóstatas: aquellos que rigen los países musulmanes pero no aplican la sharia (el modo de vida islámico), ni velan por que sus sociedades respeten los principios de la religión. Esos gobernantes son unos traidores que se han puesto de parte de Estados Unidos y de la conspiración mundial contra el islam. La yihad se entiende entonces como una guerra defensiva que debería acabar en primer lugar con los enemigos de dentro.
(…) Al mismo tiempo, Bin Laden entiende también la yihad como una guerra defensiva contra el enemigo externo; está convencido de que existe una conspiración liderada por Estados Unidos para acabar con el islam. (…) En sus palabras no se perciben ambiciones personales o afán de poder. Se considera a sí mismo un siervo de Dios llamado a defender la religión.
Matanzas de inocentes. ¿Cómo se conjuga tal altruismo con acciones terroristas donde las víctimas son mujeres, ancianos y niños? Al tratarse de una lucha a vida o muerte entre los enemigos de Dios y los creyentes, la yihad se convierte en una guerra total. Todo lo que sostiene al adversario es objetivo militar, incluidos los civiles que respaldan a sus gobiernos. Desaparece la distinción entre soldados y no combatientes. (…)
«Sí, nosotros matamos a sus inocentes, y esto es válido desde el punto de vista religioso y por lógica. (…) Algunos dicen que está mal y no es admisible, y lo argumentan diciendo que el Profeta prohibió matar mujeres y niños, y eso es cierto. (…) Pero esa prohibición de matar niños e inocentes no es general y hay otros escritos que lo demuestran» (Entrevista a Bin Laden realizada por Taysir Alluni, de la cadena Al-Yazira, 21-X-2001).
Justificación religiosa. Bin Laden entiende la yihad como una obligación que afecta a todos los musulmanes. En su declaración de guerra de 1998, tras enumerar las agresiones de los cruzados y de los sionistas contra el islam, utiliza el Corán a favor de sus argumentos:
«La misión de matar a los americanos y a sus aliados -civiles y militares- es un deber individual de todo musulmán que puede realizar en cualquier país en el que sea posible (…) Esto es conforme con las palabras de Dios Todopoderoso: Combate a los paganos como ellos te combaten a ti y lucha contra ellos hasta que no haya desorden u opresión, y prevalezca la justica y la fe en Dios». (Entrevista realizada por John Miller, de ABC News, en mayo de 1998).
(…) Las creencias religiosas pueden jugar una función muy destacable en algunos casos -como sucede en los atentados suicidas-, pero es difícil entender el terrorismo islamista si se le priva de motivaciones políticas antisistema. Lo verdaderamente peligroso de esta ideología es que constituye una fusión de radicalismo religioso, frustración y rebeldía ante lo que consideran situaciones continuadas de injusticia. Y todo ello enmarcado en una visión apocalíptica de choque de civilizaciones.
Paradigma de guerra. Al-Qaida está librando una guerra asimétrica contra Occidente. Se trata de una guerra total y de desgaste, donde la población civil también se convierte en objetivo. No se puede entender el terrorismo de Al-Qaida desde los parámetros de actuación de los grupos terroristas tradicionales. El terrorismo de Al-Qaida responde a otro paradigma de violencia política. En este caso no presiona a la sociedad o a los gobernantes para conseguir a cambio determinadas concesiones. No busca el chantaje. Su terrorismo responde al paradigma de guerra. Utiliza la violencia para infligir una auténtica derrota al adversario e imponer después su voluntad.