Una versión de este artículo se publicó en el número impreso 87/15
No es casual que Jonathan Franzen haya elegido como heroína de su última novela el nombre de Pip, el conocido personaje de Dickens, porque a su modo también Pureza es una novela de aprendizaje, aunque en el mundo que describe Franzen hay poco espacio para la esperanza. Parece que el cotizado autor se ha propuesto modernizar el estilo de las novelas-río y lo cierto es que, pese a la diversidad de personajes principales y los afluentes narrativos, consigue enlazar sus historias y armonizar sus voces en un relato que a veces se hace excesivamente largo e inverosímil.
Pip o Purity vive con su madre; es una joven que Franzen intenta describir como salvajemente sincera y honesta,…
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