Lumen. Barcelona (2003). 758 págs. 22 €. Traducción: Carmen Camps.
Los Mulvaney son una familia corriente de una pequeña población rural norteamericana. El matrimonio ha luchado por forjar una comunidad a la altura de sus propias ilusiones y de lo que se espera de unas personas respetables. Las primeras páginas describen deliciosamente la inusual complicidad que los une, los códigos que cohesionan unas personalidades marcadas y exitosas. Todo va bien hasta que la hija Marianne sufre un intento de abuso por parte de un compañero del instituto. Cómo influye este hecho en cada uno de los Mulvaney y sus posteriores trayectorias es lo que cuenta esta novela, narrada por el hijo menor.
Qué fue de los Mulvaney es un excelente análisis psico-sociológico de la familia, de conclusiones universalmente válidas a pesar de las peculiaridades culturales estadounidenses. Oates muestra el papel cohesionador de la madre, el perdón y el sentido de hogar frente al peso de las apariencias, el muro del secreto y la discriminación. Y aprovecha esos temas para indagar en otras cuestiones como las relaciones entre justicia y venganza, la influencia del éxito en la felicidad o la cultura de masas.
La novela se lee con gran interés: los protagonistas tienen atractivo, la historia engancha al lector y el ritmo no deja de sostenerse a lo largo de las muchas páginas. La autora narra muy bien las escenas de grupo, transcribe diálogos convincentes llenos de naturalidad, deja intuir sucesos y anuncia pistas manejando con destreza la curiosidad del lector; a veces es sutil y otras directa, consigue no aburrir en ningún momento a pesar de los múltiples escenarios y personajes secundarios. Hay un leve tono de denuncia de las contradicciones de la sociedad del bienestar, especialmente de la hipocresía puritana que vuelve la espalda a lo feo, como si no existiera. Oates (1938), escritora que suena a veces para el Nobel, es muy hábil para resumir situaciones y estados de ánimo complejos con una sola frase o imagen.
Qué fue de los Mulvaney es un libro fácil, por su directo realismo y su linealidad, y al mismo tiempo complejo, pues para hacer entender el valor de cada cosa que ocurre, se rodea su relato de recuerdos, sucesos anteriores y detalles de carácter. Sin duda se trata de una gran novela, que entre otros aciertos evita elegantemente toda sordidez, y que se remata con un positivo mensaje final: los lazos de la sangre son capaces de resistirlo casi todo por encima de la inseguridad que preside las relaciones humanas.
Javier Cercas Rueda