Escritor y profesor universitario de Diseño y Narrativa de Videojuegos, Carlos Cebrián había publicado en 1997 otra recopilación de piezas breves, Escenas sin filmar, donde los protagonistas de sus veinticinco ejemplos encarnaban “la mejor película –sus propias vidas– sin necesidad” de cámaras.
En Qué raro es todo en la superficie está artísticamente concebido todo: desde la íntima clave de la dedicatoria, que suena a intimidad de amigos y familia, y antecede a un orientador prólogo, hasta el sabor del epílogo. Entre esas páginas crecen una veintena de cuentos –varios son microrrelatos– con la sabiduría de un autor minucioso en la observación y a quien la hondura de mirar comprensivamente, compasivamente, le hace contar verdades. Verdades c…
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