Si hubiera que poner un subtítulo a esta obra de Joan Baptista Torelló (1920-2011), sacerdote, eminente psiquiatra y profundo teólogo, este podría ser: “Breve tratado de antropología cristiana”. Pues, partiendo de la familia como caldo de cultivo para el desarrollo de la personalidad, este pequeño libro despliega todas esas grandes verdades que, desde hace cuatro siglos, “se pronuncian con voz cada vez más baja”. Los humanos estamos hechos para el riesgo; sin embargo, nos hemos convertido en “adictos a la certeza”, “hemos cambiado –dice el autor– el humilde conocimiento de las cosas más importantes por la certeza absoluta de las cosas más triviales”. Así, lo sabemos todo sobre el funcionamiento de un motor o de un ordenador; no obstante, tenemos un conocimiento mínimo sobre la esencia del hombre, de la vida, del amor, del mal, de la muerte o de Dios.
La tesis fundamental de Torelló es que la familia cristiana es el refugio de la libertad. En primer lugar, porque en ella reina la certeza del amor interpersonal; en segundo lugar, porque, como prolongación del seno materno, en ella se lleva a cabo la maduración personal de sus miembros; y en tercer lugar, porque el hogar es, de hecho, el único ámbito de libertad para el ciudadano medio. La familia necesita del desarrollo de todos sus miembros, tanto de los padres como de los hijos, pues la evolución psíquica del niño es inseparable de la de los progenitores.
Quién es quién en la familia analiza el papel del padre, cuya “presencia activa” no puede quedar reducida a unos cuantos juegos vespertinos; la dignidad específica de la mujer; el amor y la entrega, la intimidad y el pudor; la sexualidad como la realización física del amor; la educación y la virtud; la “edad hermosa” de la adolescencia; el encuentro personal con los ancianos.
Torelló fue autor plurilingüe. La presente obra la escribió en alemán en 1995, algo que debe tenerse en cuenta a la hora de atender a ciertos datos y, en especial, a la bibliografía citada. El tiempo transcurrido no le resta, sin embargo, actualidad al fino análisis que lleva a cabo el autor desde la doble perspectiva psicológica y teológica. Si la primera confiere sentido común a los temas tratados, la segunda apunta hacia su anclaje más profundo, algo que convierte a este libro, como se ha dicho, en un “breve tratado de antropología cristiana”.