Anagrama. Barcelona (1993). 316 págs. 950 ptas.
En la trayectoria literaria de Roald Dahl (1916-1990) hay dos facetas. Por una parte, está ampliamente reconocida su popularidad como escritor de literatura infantil, con obras como Los Gremlins o Charlie y la fábrica de chocolate. Y, por otra, es un gran escritor de cuentos para adultos, en los que demuestra un gran dominio del suspense, rasgo que hizo que Alfred Hitchcock adaptara para la televisión muchos de sus cuentos.
En Relatos de lo inesperado predomina ese simpático alarde de humor negro, entre malévolo e hilarante, que hace al lector sonreír y estremecerse a un tiempo. Presenta situaciones cotidianas que la perversidad humana transforma en inéditas e inquietantes, y que tienen como común denominador un desenlace imprevisto que hace que el lector permanezca en tensión hasta conocerlo.
Dahl, aunque ha vivido por temporadas en Tanzania, Kenia y Washington, no puede ocultar su procedencia británica; se adivina en los personajes y en las situaciones que presenta. Hay, pues, en este sentido, cierto refinamiento argumental. No sucede así con la técnica narrativa, cuya fuerza emerge, exclusivamente, del vigor más tradicional. Sus historias atrapan al lector por el prodigio de imaginación a que las somete, llevándolas a situaciones fantásticas o incluso absurdas, sin perder -paradójicamente- su vinculación con lo real.
A pesar del distanciamiento que el humor negro opera sobre las páginas del libro, los relatos no resultan fríos; por el contrario, a su gran capacidad fabuladora, Roald Dahl une un humanismo que hace que sus narraciones sean, si cabe, más atractivas.
Begoña Lozano Carbayo