Retorno al pudor

Rialp.
Madrid (2012).
399 págs.
21 €.
Traducción: Javier García Verdugo.

TÍTULO ORIGINALA Return to Modesty. Discovering the Lost Virtue

En este ensayo sobre la modestia y el pudor, Wendy Shalit realiza un diagnóstico de su situación actual, indaga en su significado más profundo y, por último, traza un interesante mapa para su recuperación. Esta joven autora –judía, licenciada en filosofía–, que cuando publicó el lbro en 1999 tenía 23 años, piensa que como consecuencia de una indiscriminada educación sexual y de un ambiente desinhibido se ha ridiculizado el deseo de enamorarse, casarse y tener hijos. Pero se trata de una farsa porque la experiencia demuestra que muchas mujeres, tras múltiples relaciones inestables, buscan compromiso sobre todo.

El problema es que la moda ha conseguido identificar pudor y modestia con mojigatería. Shalit, con humor, comenta que si las peores aberraciones no avergüenzan a nadie, ¿por qué no se puede vivir con pudor? Propone valentía. En este sentido, explica que la falta de pudor y de modestia de algunas mujeres es una forma de coacción. Una mujer sabe a veces por dónde agarrar a un hombre fácilmente. Y eso es limitar su libertad de alguna manera.

Por otro lado, la tarea de recuperar el prestigio del pudor implica, a juicio de la autora, algo más profundo que renovar el vestuario o las actitudes femeninas. La modestia sólo es razonable si partimos de la diferencia sexual. Por ello mismo, la tarea no es exclusiva de las mujeres: demanda también otras exigencias en los hombres y en todo el contexto social.

Shalit señala que la modestia, el pudor, el honor y la educación pueden dar nuevo sabor y atractivo a las relaciones entre hombres y mujeres. Toda su argumentación se apoya en la hipótesis de que hombres y mujeres somos distintos en algunos aspectos, que el matrimonio y la familia son importantes personal y socialmente, y que el sexo no es una «asignatura». Y se atreve a proponer que las relaciones sexuales tienen un contexto propio en el matrimonio.

El pensamiento de Shalit tiene una sólida base antropológica. Pero aunque utiliza algunos argumentos filosóficos, la fuerza de su mensaje reside sobre todo en el sentido común que derrocha. Tampoco es una experta en moral ni apela a la religión. Y, por supuesto, habla fundamentalmente desde su experiencia, la de una mujer joven que no profesa el puritanismo. El libro de Shalit, con su descarada defensa del pudor, es también de los que hacen pensar y a ratos reír.

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