Hay que alegrarse por la reedición de este libro de Charles Moeller (1912-1986), destacado teólogo belga, que tuvo un importante papel en el Concilio Vaticano II, autor de la monumental Literatura del siglo XX y cristianismo, entre otras destacadas obras. El libro ahora reeditado, escrito en 1946, no ha perdido interés ni actualidad, porque el autor compara a autores clásicos griegos y latinos (Homero, Esquilo, Sófocles, Eurípides, Platón, Cicerón, Virgilio) con escritores clásicos cristianos (Dante, Shakespeare, Racine, Dostoiewski), y se fija en sus puntos de vista sobre cuestiones tan universales como el mal, el sufrimiento y la muerte.
Moeller parte de su admiración por la cultura clásica greco-latina, centrada en el hombre, pero impotente para explicar el sentido del mal, del dolor, de la muerte y del más allá. Las grandes tragedias clásicas nos muestran al hombre -incluso a los que obran justamente- en manos de los caprichos de los dioses. Aunque sus autores no caen en el fatalismo de las culturas orientales, tampoco pueden dar razón de esa lucha entre los hombres y su destino.
Con el cristianismo, el panorama cambia radicalmente, porque nos descubre la realidad del pecado: el mal y el sufrimiento no proceden de las arbitrariedades de los dioses, sino de los pecados de los hombres y de sus consecuencias. Esto lo refleja admirablemente el teatro de Shakespeare. Dostoiewski dará un paso más: descubrir, a través de sus personajes, el sentido redentor del dolor, de la purificación, incluso la alegría del desasimiento, de la humillación, de la cruz. Aunque nadie como Dante haya llegado probablemente tan lejos en la descripción del plan redentor de Dios y de la bienaventuranza eterna. Por esto el autor reivindica aquí la belleza y superioridad del Paraíso, el tercer canto de la Divina Comedia, en comparación con el Infierno y con el Purgatorio.
Moeller no enfrenta a los autores griegos y latinos con los cristianos, como si sus opiniones fueran irreconciliables, sino que ayuda al lector a descubrir las aportaciones de unos y de otros acerca del hombre y de la historia, para resaltar el cambio y la elevación que supone el cristianismo, aunque partiera en numerosos aspectos de la herencia clásica.