Si en Olor a yerba seca, la primera parte de las memorias de Alejandro Llano, primaba la vivencia cronológica, en esta Segunda Navegación no hay continuidad temporal y predomina la reflexión sobre la anécdota. No quiere decir que éstas falten: hay muchas y jugosas, pero sobre ellas resplandece la mirada del filósofo y la preocupación por la situación cultural y política actual.
El libro comienza con la operación de corazón a la que fue sometido el autor y la amenaza repentina de la muerte. Continúa con una valiente confesión: Llano reconoce que sufrió una depresión hace años, causada por la sobrecarga de trabajo, que le obligó a renunciar al rectorado en la Universidad de Navarra y que incluso le impidió durante cierto tiempo mantener lo qu…
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