Nadie pone en duda que Wilhelm Furtwängler ha sido uno de los mejores y más carismáticos directores de orquesta que hayan existido jamás. Sus grabaciones de las obras de Beethoven o Richard Strauss al frente de la Filarmónica de Berlín, de la que fue director titular durante los años duros del nacionalsocialismo, continúan ocupando un lugar de referencia en el mercado discográfico.
Sin embargo –y de manera injusta, como demuestra la presente publicación–, no es tan reconocida ni valorada su faceta de pensador y ensayista musical. Esto mismo sucede con otros grandes intérpretes como Bruno Walter, cuyas mejores obras –de manera inexplicable– aún no han sido traducidas al castellano. Sonido y palabra recoge una selección, realizada por el prop…
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