Antología (1982-2006) de uno de los poetas más interesantes del panorama actual en España. Para entender su obra, que destaca por su unidad, resulta muy esclarecedor el prólogo de Enrique Andrés Ruiz, que se ha ocupado también de seleccionar los poemas de Soy en mayo. Al hablar de la poesía de Martínez Mesanza (1955), se suele calificar de épica, de histórica, pero hay bastante más. Su obra, no demasiado extensa, es muy coherente desde los primeros poemas a los últimos.
Lo que subyace es más bien una teología de la historia y por eso, además de una obra muy personal, es muy crítica con el relativismo y con el nihilismo dominantes en muchos ámbitos del pensamiento, del arte, de la cultura. Me parece esclarecedor lo que señala Enrique Andrés Ruiz en el prólogo: “El poeta obediente obedece a los significados. Cree que la historia significa. Y que la pérdida del significado merece el dolor. Cree también que, en ella, en la historia, se le ha entregado algo que no es suyo y algo por lo que se le van a pedir cuentas. Cree, en fin, que los actos de aquí hacen muesca también en otra habitación lejana y distinta”.
Julio Martínez Mesanza piensa que la Redención es un hecho, así como el papel providente de Dios en el devenir de la historia, aunque los hombres no siempre seamos capaces de apreciarlo, porque hay otra realidad innegable, el mal, el pecado, que tan a menudo nos ciega. Su poesía es un recorrido por esa lucha entre el bien y el mal: por esto, por sus poemas desfilan la culpa, el desasosiego, el arrepentimiento, la esperanza y un hondo sentido de lo sagrado: “Quien las formas degrada y luego entrega / simulacros neutrales a las gentes, / para ganarse fama de hombre libre, / no tiene Dios ni patria ni costumbre.” El cinismo, el sincretismo, la tibieza, el orgullo de quienes niegan que “en las manos de Dios está la vida” son duramente criticados por falsear la verdad última sobre el hombre y su existencia y conducirlo a la decadencia: “Muere una patria como muere un alma, / desperdicia la gracia, se hace sierva.”
Cada poema encierra una idea, un argumento y un ritmo. Formalmente esto se manifiesta en imágenes guerreras, de enorme fuerza expresiva, en frecuentes referencias a los clásicos greco-latinos, a Dante, a la Biblia, a los pilares de nuestra cultura. Resultan significativos los títulos de sus libros: Europa, Las Trincheras, Fragmentos de Europa, Entre el muro y el foso. También los símbolos se repiten: las torres, los paisajes desérticos, los terrenos pantanosos, los jinetes y otros elementos propios de un campo de batalla.
Los versos endecasílabos, los encabalgamientos y un vocabulario exacto y sin adornos dan un ritmo épico a los poemas, muy adecuado al tono combativo de la poesía de Martínez Mesanza.