Martin Reese está casado con Ellen y tienen una hija de 14 años, Kylie. La familia vive conmocionada porque una hermana de Ellen, Tinsley, fue asesinada hace más de una década y no se encontraron sus restos. Tras retirarse de su trabajo, Martin vive con una aparente normalidad. Pero es solo una fachada, ya que a través de un policía que se ocupa de los archivos consigue los expedientes de los casos de asesinato en los que no se han encontrado los restos de las víctimas. Después de estudiar concienzudamente esos casos, logra desenterrar los restos y, con un humillante sarcasmo, se lo comunica anónimamente a la policía.
Sandra Whittal y su compañero Chris, dos policías de homicidios, están molestos con la situación, pues Martin está haciendo el trabajo que ellos no han sido capaces de concluir y sienten que Martin está dejándolos en ridículo. Por ello, comienzan a investigar. A partir de ese momento, la novela es un enfrentamiento entre Martin y Sandra, dos personas inteligentes e intuitivas. Esa pelea se llevará hasta el final de la novela, aunque en escena irrumpe un tercer protagonista, un psicópata molesto por que Martin se dedique a esas investigaciones.
Los detalles escabrosos, que los hay, solo forman una mínima parte del decorado. El relato es intenso, nada artificioso, y mantiene en su desarrollo un tono moderado que no solo no hace perder intensidad, sino que da todavía más fuerza a la novela.