Unión Editorial. Madrid (1996). 196 págs. 2.080 ptas.
«La ética no es una cataplasma, no es moralina… Establece las leyes del actuar humano, de tal manera que, si esas leyes se conculcan, el hombre deja de comportarse como tal». Esta cita ilustra uno de los motivos de fondo de esta sugestiva arquitectura del saber ético que ha sabido diseñar su autor. Las leyes biológicas, económicas, psicológicas o sociológicas que afectan al comportamiento humano resultan insuficientes para explicarlo cabalmente. Sólo desde la ética, aunque no constituye una explicación antropológica completa, puede pretenderse una visión suficientemente comprensiva de la conducta humana.
La otra gran afirmación de este libro es la consideración integral de la ética. El autor tiene mucho cuidado de no presentarla de forma reductiva, bien sea como ética de bienes (hedonismo), ética de normas (racionalismo ético kantiano) o ética de virtudes (estoicismo). Por el contrario, subraya la importancia de una ética que abarque todas sus dimensiones propias, es decir, una ética completa. La superación de la dicotomía entre ética de normas y ética da la felicidad la realiza Polo acudiendo a las nociones escolásticas de voluntas ut natura y voluntas ut ratio. Gracias a la primera, hay en el hombre una inclinación insoslayable hacia la felicidad, pero la determinación de la acción concreta sólo es posible mediante la vinculación con la razón. Esto da pie a un desarrollo sobre la razón práctica, en la que hay que distinguir la captación de los primeros principios de la acción moral (la sindéresis), y los juicios sobre la moralidad de las acciones concretas, es decir, la conciencia moral.
Finalmente, otro elemento configurador es la pretensión de captar la ética «surgiendo con y desde el ser humano». Así la ética aparece ya como exigencia de la constitución biológica del hombre, según muestra la teoría de la evolución. El homo faber implica la existencia de un mundo de factura humana en el que nos manejamos por leyes que no son de carácter biológico, sino ético. Por su parte, la inteligencia trae también consigo implicaciones éticas.
La Ética de Polo, ahora revisada (la primera versión apareció en México en 1993), forma trilogía con Quién es el hombre (ver servicio 128/91) y con La voluntad y sus actos, de próxima publicación. En ella, tan interesantes como la conjunción de los elementos que logran una unidad coherente son los análisis pormenorizados con los que se ilustran las tesis centrales. Aquí se ha pretendido mostrar la articulación lógica de este edificio ético. El disfrute de muchos de los sugestivos análisis ilustrativos quedan reservados para su lectura.
Francisco Santamaría