El Acantilado. Barcelona (2004). 79 págs. 11 €. Traducción: Xavier Farré.
Si el lector conoce «En la belleza ajena» (ver servicio 18/04), las magníficas y originales memorias de Zagajewski, se sentirá familiarizado con sus puntos de vista al asomarse a estos poemas, publicados en Polonia en 1994, con los que se inicia la publicación de su poesía en castellano.
Zagajewski suele inspirarse en lo cotidiano (viajes, noticias, cartas, cuadros, recuerdos, sonidos ), y lo eleva a las cotas de la poesía para convertirlo en canto que nos acerca al misterio, a los signos y a las grandes preguntas que la vida siempre encierra.
También el pasado reciente de su país -el autor nació en Lvov, que luego pasó a Ucrania, sufrió el exilio en París durante el comunismo - influye en la mirada del poeta, a ratos escéptica, a ratos más optimista y esperanzada, sutilmente irónica, pero siempre cargada de humanidad, como en el estremecedor poema «Refugiados», que termina así: «Arrastrando las piernas / van despacio, muy despacio / al país de Ningún Sitio, / a la ciudad de Nadie / en la orilla del río Nunca».
El título del poemario es significativo tanto por el contenido como por la forma, pues las imágenes son muy visuales, sorprendentes por sus asociaciones inesperadas, por su colorido, y contribuyen a expresar con vigor la complejidad, las perplejidades e incertidumbres que afectan a la sociedad actual.
Pero Zagajewski no se queda como otros autores en lo trágico o en lo negativo, que fácilmente conduce a actitudes escépticas, nihilistas o cínicas. Hay asombro, dudas, pero también capacidad de contemplación, espacio para la belleza y cierta esperanza en el hombre y en su capacidad para el bien («Escribe sobre el amor, / sobre los largos atardeceres, / sobre el amanecer, / los árboles, / sobre la infinita paciencia / de la luz»).
Luis Ramoneda