Alexandra, una joven norteamericana, llega a Sofía para enseñar inglés. Al ayudar a subir a un taxi a unos ancianos, coge por error una de sus bolsas, que resulta ser una urna con los restos de un difunto, Stoyan Lazarov, un músico extraordinariamente dotado, que no alcanzó la fama que merecía y que fue víctima de la represión política.
Tras visitar una comisaría de policía y comprobar la pasividad de los agentes, Alexandra decide llevarse consigo la urna para devolverla a sus dueños. La tarea no puede ser difícil –piensa–, pues tiene el nombre del difunto y en la breve conversación que mantuvo con ellos se pudo enterar de que se dirigían a un conocido monasterio. En la puerta de la comisaría, Alexandra coge un taxi, cuyo joven conductor se presta a ayudarla en su empresa. Una empresa que será ardua, pues el hombre que ahora está incinerado en la urna fue testigo de acontecimientos que alguien muy poderoso quiere que queden definitivamente enterrados. Poco a poco, Alexandra y Bobby, el taxista, se dan cuenta de que sus vidas, ahora atadas a las de un hombre cuyas cenizas llevan consigo, corren peligro.
En Tierra de sombras, Kostova, autora de La historiadora y El rapto del cisne, tiene un propósito claro: presentar al lector un país poco conocido y muy amado por ella: Bulgaria. Para ello utiliza una serie de recursos. Por un lado, aúna varios géneros literarios: el diario, la novela de suspense y la narrativa de viajes. Con el primero, da a conocer parte de la terrible historia por la que atravesó Bulgaria durante la Segunda Guerra Mundial; con el segundo, pretende atrapar al lector por medio de una serie de acontecimientos inquietantes; finalmente, mediante el viaje de Alexandra y Bobby, muestra los paisajes y costumbres del país. Por otro lado, Kostova emplea varios puntos de vista para introducir distintas perspectivas en la narración y enriquecer psicológicamente a los personajes, que acarrean a sus espaldas sus respectivos secretos, como si de pequeñas urnas funerarias se tratara.
Con todo, la novela no carece de defectos: tendría más fuerza si fuera más breve; no profundiza en los hechos históricos y, lo más grave desde un punto de vista estilístico, no consigue realizar una fusión convincente de los géneros que maneja. El final de la novela, sin embargo, compensa las faltas de la obra y deja bien atados los hilos argumentales manejados en la narración. Tierra de sombras es una novela que entretendrá al lector y que le mostrará los aspectos más destacados de la tierra búlgara.