Salamandra. Barcelona (2006). 446 págs. 17 €. Traducción: Judit Xantus.
El primer volumen de las memorias del escritor Sándor Márai, «Confesiones de un burgués» (ver Aceprensa 71/04), describía la vida de la burguesía centroeuropea en el primer cuarto del siglo XX. En la década de los años treinta y cuarenta, Márai fue un escritor de prestigio en Hungría y en Europa, donde varias novelas suyas tuvieron una excelente acogida, lo mismo que está sucediendo ahora con la reedición de algunas de ellas: «El último encuentro», «Divorcio en Buda» o «La mujer justa».
El segundo volumen, «¡Tierra, tierra!», comienza cuando Márai tiene que abandonar Budapest en 1944 ante la inminente llegada de los nazis, que pocos meses después deberán retirarse por la ofensiva de las tropas rusas. Márai sabe que la derrota de los alemanes es la mejor solución para acabar con el nazismo; pero al mismo tiempo intuye que los rusos no podrán traer la libertad puesto que ellos tampoco la tienen.
La segunda parte se inicia con el regreso de Márai a Budapest tras la victoria del ejército ruso. La capital está en ruinas, lo mismo que su casa, arrasada e incendiada con los más de seis mil volúmenes de su biblioteca. Márai intenta rehacer su vida , aunque empieza a palpar los turbios métodos que están imponiendo los comunistas. La tercera parte comienza con un viaje que realiza a Suiza, Italia y Francia. Ante la tentación del exilio, decide regresar a su país para seguir escribiendo en húngaro, «el único idioma que soy capaz de utilizar para escribir». También comprueba la inconsciencia de los occidentales frente a lo que está sucediendo en los países que han caído bajo la influencia de la Unión Soviética tras el Tratado de Yalta.
Pero Márai regresa a Budapest y comprueba que el Partido Comunista impone metódicamente un proceso de estatalización, que incluye también el arte y la cultura. Márai comprende entonces que «estaba viviendo en un país donde no solamente estaba prohibido hablar y escribir libremente, sino donde también estaba prohibido callar libremente». Ahora es cuando decide exiliarse. La decisión fue dramática, pero no se arrepintió de ella: «Durante un cuarto de siglo, en el extranjero, sufriendo en ocasiones una terrible indiferencia y un desinterés del tamaño de un océano, siempre me ha tranquilizado saber que tuve el valor de salir y que así evité vivir allí los acontecimientos de los últimos veinticinco años». Márai escribe estas memorias en Estados Unidos, donde murió en 1989, pocos meses antes de la caída del Muro de Berlín.
«¡Tierra, tierra!» son las memorias de un testigo de cómo el comunismo impuso lentamente su dictadura en Hungría. Las consecuencias de esta dictadura en la vida de un escritor las describe también otro compatriota, el Premio Nobel Imre Kertész, en «Diario de la galera» (ver Aceprensa 58/04). Márai sabe que está hablando de un mundo que ha sido extinguido por la fuerza, pero hay en su narración una apasionada defensa, un tanto nostálgica, del estilo de vida de la burguesía que hizo de Europa el territorio de la libertad.
Adolfo Torrecilla