La primera novela del arquitecto bilbaíno Íñigo Redondo (1975) está muy bien escrita, avanza sin premura y se atreve con una trama y un contexto ciertamente inusuales en nuestras letras: la relación entre un director de escuela de cuarenta y dos años, Alexéi, y una estudiante de dieciséis, Irina, en la Ucrania de los años ochenta del pasado siglo.
Abandonado por su mujer y sin hijos, Alexéi empieza a beber más de la cuenta, pierde el interés por la enseñanza y lo encuentra en Irina, una chica asustadiza “que casi nunca se junta con las otras”. A raíz de un incidente en el centro que implica a Irina y a otro alumno, se abre una investigación por abusos sexuales que es desestimada, y poco después la chica huye de casa y convence a Alexéi para…
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