Se cumplen cincuenta años de la fundación de la Comunidad de San Egidio, un movimiento iniciado por el historiador Andrea Riccardi para llevar el mensaje de esperanza del Evangelio a las periferias geográficas y existenciales. La Comunidad une la oración alrededor de la Palabra de Dios, como la practicada conjuntamente por sus miembros al atardecer, y la acción, con iniciativas que han anticipado, a lo largo de las últimas décadas, esa cultura del encuentro a la que tanto se refiere el Papa Francisco. Anteriormente la labor de San Egidio fue reconocida por pontífices como san Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Todo puede cambiar se plantea como una amplia entrevista a Andrea Riccardi por el teólogo y escritor Massimo Naro. No es tanto una descripción del itinerario de la comunidad que fundó, cuanto una mirada a la vida y la historia con los ojos de un historiador como Riccardi, que nunca ha dejado de lado su condición.
Algunos capítulos de esta conversación se dedican a profundizar sobre el mensaje de paz y solidaridad de la Comunidad y analizan los retos que se le presentan a la Iglesia y al mundo de hoy. Riccardi, gran europeísta distinguido con el Premio Carlomagno (ver Aceprensa, 21-05-2009), resalta la condición de Europa como signo de paz en el mundo, aunque también advierte de una realidad: la Iglesia ya no puede identificarse con Occidente, tal y como ha sucedido hasta ahora. La historia no tiene límites y no se detiene en el mundo occidental, que necesita para sobrevivir del contacto con otras modalidades y sensibilidades humanas, sociales y culturales. De lo contrario, su papel se reducirá al de una fortaleza asediada.
Existe otro peligro en el mundo actual tanto para el cristianismo como para otras religiones: la desculturización. Cuando se descarta la cultura para exaltar una “fe pura”, de supuesta vuelta a los orígenes, las religiones caen en el fundamentalismo. Algo similar sucede con la política: en aquellas sociedades en las que existe una pobreza cultural se abre el camino a regímenes populistas basados únicamente en las emociones.
Andrea Riccardi encarna un enfoque de la historia, y de la vida, que se identifica con el representado por otro historiador, el polaco Bronisław Geremek, que también fue Premio Carlomagno. Se diría que en los planteamientos del movimiento San Egidio y de su fundador se fusionan, como en aquel conocido lema de San Agustín, la caridad con la ciencia.