El protagonista de esta novela policiaca, investigador y a la vez encausado, es Joe Oliver King, del que se cuenta la historia de su trayectoria profesional para situarnos ante un personaje singular que ha de enfrentarse al drama de su propia vida. Separado de su mujer, Joe Oliver, investigador de color, tiene un corazón enorme y es honrado, amante de la verdad y muy buen policía. También tiene sus defectos –es muy mujeriego–, pero esto no enturbia una existencia honesta que tendría que ser diferente a la que se describe en la novela.
Al comienzo de Traición, Joe Oliver, en ese momento policía de Nueva York, investiga un caso de droga de una cierta importancia. De pronto, se ve injustamente acusado, traicionado, encarcelado y abandonado por todos sus compañeros. Cuando sale de la cárcel, es expulsado de la policía y monta un pequeño despacho de detective.
Años después, cuando comienza a investigar un nuevo caso, con muchas aristas, descubre una serie de pistas que le ayudan a resolver la traición en la que se vio envuelto en sus años de policía. Y con estos mimbres, Mosley construye una novela policiaca pura, clásica, sin ambigüedades, con una calidad y un ritmo que dan categoría al género. Las descripciones, tanto de los ambientes como de los personajes, son concisas, eficaces, suficientes; la resolución, brillante. Y todo a ritmo de jazz.
Mosley no abusa de expresiones soeces, ni de situaciones escabrosas: solo las emplea lo necesario para caracterizar a personajes que son adictos al sexo y a las drogas; tampoco se excede con las situaciones de violencia. Esta es una auténtica novela negra en la que los lectores parecen estar leyendo al mítico Raymond Chandler.
Con Traición, Walter Mosley (Los Ángeles, 1952) confirma su fama de ser uno de los mejores escritores americanos del género policiaco, como demostró, por ejemplo, con los relatos protagonizados por Easy Rawlins y con su novela Blues de los sueños rotos.