Anagrama. Barcelona (1998). 115 págs. 1.250 ptas. Traducción: Enrique Murillo, Paula Brines, Ángela Pérez y José María Álvarez Flórez.
Se considera a Truman Capote (1924-1984) como uno de los grandes narradores norteamericanos del siglo XX. Su novela A sangre fría se tiene, con justicia, por antecedente inmediato del Nuevo Periodismo que luego puso de moda Tom Wolfe. Entre sus sus obras destacan Retratos (ver servicio 99/95), Desayuno en Tiffany’s, Plegarias atendidas, y sus novelas de ambientación rural: Otras voces, otros ámbitos, El arpa de hierba y un conjunto de relatos autobiográficos en los que recuerda episodios aislados de su infancia. Este volumen reúne algunos de ellos: Un recuerdo navideño, Una Navidad y El invitado del día de Acción de Gracias, que el autor escribió en 1956, 1982 y 1967, respectivamente.
Son tres emotivas narraciones que se pueden encuadrar en el género de cuento de Navidad, aunque esto no invalida su lectura durante otras épocas del año. Con una economía expresiva envidiable y una llamativa capacidad de sugerencia y de emotividad, Capote recuerda tres celebraciones familiares en las que él mismo vuelve a su infancia para revivir pequeñas historias cargadas de vitalidad y sentimientos, en un ejercicio de nostálgico descubrimiento de la maldad, la amistad, el cariño y muchas otras cualidades de la condición humana. Los tres relatos son una sentida reconstrucción de los hilos de la memoria y de la infancia, sin perder de vista en ningún momento el presente del autor, en su caso un escritor prematuramente consagrado y marcado, además, por el escándalo.
Junto al pequeño Buddy (el propio Truman Capote), protagonista de los tres relatos, hay que mencionar también a uno de esos personajes que sólo la gran literatura es capaz de crear: Miss Sook, la coprotagonista de Un recuerdo navideño y El día de Acción de Gracias y un personaje que parece sacado de su novela El arpa de hierba. Miss Sook, una de las tías solteronas con las que el pequeño Buddy vivió en Alabama, es un personaje insólito y magnífico, de bondad angelical, alegre y sorprendente, repleta de ingenuidad y sentido común, comprensión, esperanza en las personas y fe en Dios, a pesar de tener la inteligencia de una niña pequeña.
Ángel García Prieto