Cuando hablamos de últimas noticias nos podemos referir a tres cosas: a las más recientes, a las finales o a las dos a la vez. Fabrice Hadjadj, famoso polemista francés, está pensando en la tercera opción: en las noticias más actuales (lo cual indica frescura), pero que anuncian una fatalidad que se cierne sobre el hombre y la mujer, inmersos en la sociedad tecnocapitalista.
Por ser este libro una colección de artículos de prensa, no goza de unidad temática, pero permite descubrir –como dice Enrique García-Máiquez en el prólogo–, un Hadjadj “a la vez teólogo, filósofo, crítico literario, exégeta bíblico, comentarista de tendencias sociales, polemista, humorista, cascarrabias, vividor, micro-narrador y poeta entrelíneas”. Además, este enfrentamiento cuerpo a cuerpo con la rabiosa actualidad nos revela al Hadjadj de siempre, combativo como nunca.
La diversidad de temas tratados deja, como una corriente de agua, un surco profundo en el lector que se puede resumir en esta afirmación: “Para que un edificio pueda elevarse, le hace falta un suelo; para que el hombre pueda elevarse, le hace falta un cielo”. El pensador francés denuncia el intento de eliminar ese cielo y construir lo humano solo desde el suelo.
Para Hadjadj, la mercantilización generalizada pretende suprimir al hombre, último obstáculo para la supuesta felicidad de la humanidad. De igual modo, la destrucción de la familia no proviene de un malvado lobby gay ni de hedonistas promiscuos, sino que es estructural. Entre lo mucho que nos ha robado el tecnocapitalismo, destaca el hurto del auténtico tiempo humano. Para reencontrar el tiempo perdido, el escritor francés reivindica algunas referencias olvidadas. Nos invita así a reconsiderar nuestra condición de criatura, reclama la vuelta de la paternidad y la filiación, así como la de la tierra, entre otras.
La sociedad tecnocapitalista ha perdido la referencia ecológica en sentido profundo, como si no quisiera admitir la encarnación y su relación con la verdad del hombre. De ese modo, la sombra del hombre abstracto, etéreo, oculta al hombre concreto. De igual manera, las realidades humanas, como el nacimiento, la enfermedad o la muerte, se apartan de la experiencia y se transforman en ideas descarnadas. En este sentido, “la idea de una pura construcción social de la identidad sexual no es más que un aspecto de la idea más general de que la naturaleza solo abastece de materiales y de energías disponibles que hay que utilizar de la manera más rentable posible”, escribe.
La publicación de este libro viene a coronar la gran acogida que ha tenido Fabrice Hadjadj en nuestro país. La práctica totalidad de sus obras están traducidas al español desde 2010. Pero faltaba un prólogo, como el de Enrique García-Máiquez, breve pero sustancioso, que nos hablara del autor y que nos presentara a uno de los filósofos más brillantes de nuestro tiempo, capaz de arrojar luz sobre las complejas cuestiones actuales y convertir la filosofía en una “disciplina con chispa”.