Seix Barral. Barcelona (2000). 221 págs. 2.300 ptas.
Jiménez Lozano (ver servicio 51/00) tiene una muy extensa obra, por la que mereció en 1992 el Premio Nacional de las Letras. En la última década ha acostumbrado a sus lectores a una entrega anual de novela, además de otra publicación de relatos, poesía o pensamiento.
Un hombre en la raya relata, con el habitual estilo de su autor -concisión narrativa, fluidez, castellano rico, sutileza…-, un retrato moral de la sociedad rural española de hoy. El protagonista, César Lagasca, acude a una remota aldea de la frontera española con Portugal, huyendo de un suceso de la guerra civil. Años más tarde va a refugiarse allí de nuevo, para acabar siendo el mentor que aconseja y enseña a todos, con el prestigio que le da su situación de catedrático de griego jubilado y su acogedora humanidad. En torno a esta trama, la narración plantea otras cuestiones, derivadas de la metamorfosis del mundo rural, que se debate entre el respeto de su religiosidad y tradiciones y la presión de una modernidad que parece necesitar destruirlas; a la vez, las consecuencias de la guerra civil siguen pesando en las conciencias y en la vida social.
Este «hombre en la raya» está situado en tierra de nadie, en un confín geográfico permeable a idas y venidas de huidos, agentes secretos y estraperlistas, en una frontera difícil entre la tradición y un posmodernismo que urde engaños y sueños de riquezas en la sociedad rural; y en su propia existencia personal hay un dramático desgarro derivado de su participación en la guerra y su propia íntima historia. El título es una imagen que abre el cauce narrativo para un tema quizá demasiado ambicioso, pero resuelto literariamente con acierto hasta donde puede llegar a solucionarse una cuestión tan compleja.
Ángel García Prieto