Si algo molestaba a Zweig (1881-1942) en las novelas que leía, eran las descripciones de relleno y los personajes secundarios superfluos. Las suyas, que siguen siendo muy leídas (Zweig es hoy día un auténtico fenómeno editorial), se basan en una calculada y eficaz economía narrativa. Zweig va al grano y aborda de manera intensa conflictos muy humanos, centrados en los protagonistas. Esta sobriedad destaca especialmente en sus relatos cortos, donde condensa todavía más los elementos narrativos.
Una boda en Lyon reúne cuatro relatos que se leen de un tirón y en los que Zweig vuelve a demostrar su capacidad para centrar el tiro narrativo. Desde el punto de vista estilístico, presentan los rasgos típicos de la literatura de Zweig, aunque quizás en esta ocasión los temas sean menos originales y universales.
El que da título al libro está ambientado en la Revolución Francesa y cuenta un episodio un tanto melodramático. Los protagonistas iban a contraer matrimonio, pero los acontecimientos lo impidieron. Los dos se reencuentran sin embargo en la cárcel, detenidos por antirrevolucionarios. Otro de los relatos, “Una caminata”, transcurre en la época de Jesucristo, que aparece de manera colateral en la narración.
“Dos solitarios” tiene como protagonistas a unas personas desamparadas que buscan apoyo sentimental y existencial para ir adelante en sus vidas. Por último, en “Un ser humano inolvidable”, Zweig describe la fascinación que supuso para él conocer a una persona ciertamente entrañable y original.
No son relatos que arriesguen ni en la forma, ni en el desarrollo ni en el desenlace. Transcurren por el territorio del realismo. Quizás falte a algunos un poco más de sustancia. Pero los cuatro son un buen ejemplo de la narrativa de Zweig y de su capacidad para encontrar temas interesantes en contextos humanos y sociales complicados.