Con esta obra, el dramaturgo alemán Rolan Schimmelpfennig (1967) hace su primera incursión narrativa, una novela de estilo vanguardista ambientada en la frontera entre Alemania y Polonia. En ella, un lobo atraviesa un río fronterizo en una fría mañana de invierno, suceso algo insólito que contemplan algunos personajes y que es el hilo central alrededor del que se tejen un conjunto de historias. Cuando la noticia se difunde, la población vive entre el asombro y el miedo, sentimientos que discurren en paralelo a sus conflictos psicológicos y amorosos.
La presencia del lobo y una ambientación gélida son temas omnipresentes que invaden las diversas narraciones, todas entrelazadas de alguna forma: un accidente en la carretera donde el animal es fotografiado por primera vez, la huida de dos jóvenes ante la falta de horizontes mientras sus padres los buscan con relativo interés, la trayectoria de una pareja obrera o las vivencias de unos ancianos que residen en un viejo edificio. Pequeños dramas y alguna alegría de unos personajes cuyas vidas siempre están al límite de la crisis y que caminan un poco a la deriva.
Quizás por influencia de su faceta dramática, la narración se muestra como si se tratara de una película en blanco y negro, con planos muy cortos que muestran retazos biográficos de los personajes. La obra, original y con cierto tono de fábula, está resuelta con técnica entrecortada y una prosa muy visual, con la que se dibuja un puñado de relatos que dejan un poso melancólico.
Este estilo sencillo y desnudo de artificios es de gran eficacia estética, ya que su autor se esmera en dar valor a pequeños detalles poéticos, como un gesto, el destello de luz de la luna o una fotografía.