Desde 1928, año en que publicó su primera novela, Evelyn Waugh se convirtió en un escritor de éxito, con títulos tan amenos como Decadencia y caída -la primera-, Merienda de negros (1932), Un puñado de polvo (1934), ¡Noticia bomba! (1938). En 1945 apareció su novela mejor y más difundida, Retorno a Brideshead. Su literatura está marcada por su exquisita formación, su divertido sentido del humor y su conversión en 1930 al catolicismo.
Dos años antes de fallecer en 1966 apareció Una educación incompleta, libro autobiográfico que contiene su vida hasta poco antes de dedicarse por completo a la literatura. Es una lástima que el libro no tenga continuación, pues aquí no se dice nada ni de su irrupción en el mundo literario ni de la evolución de sus creencias religiosas. Waugh escribió estas memorias en un periodo de decadencia, pues, como escribe, “sólo cuando se ha perdido toda curiosidad hacia el futuro se ha alcanzado la edad de escribir una autobiografía”.
Waugh comienza recordando a sus antepasados. Quizás los primeros capítulos sean los más arduos de leer, pues las historias que se cuentan quedan lejanas en el tiempo. Cuando se centra en sus tías solteronas, en sus padres, y en su infancia (nace en 1903), el libro empieza a levantar el vuelo. Waugh destaca la influencia de su padre, el editor y crítico literario Arthur Waugh, un hombre de letras a la antigua usanza.
Su infancia fue “cálida, brillante y serena”. Luego relata sus años escolares en Hampstead y Lancing, páginas que explican el funcionamiento de estos colegios sometidos a unas tradiciones respetadas y, a veces, absurdas. Repasando estos años, concluye: “Mi educación, a mí me lo parece, fue una preparación para un único oficio: el de escritor en prosa y en lengua inglesa. No deja de sorprenderme que tan pocos de nosotros se dedicaran a esta profesión”.
De Lancing pasó a Oxford, donde estudió Historia Moderna. De estos años destaca el catálogo de amistades que frecuentó: Harold Acton, Cyril Connolly, Anthony Powell, Graham Greene… Waugh resume muy bien el mundo intelectual y costumbrista de aquellos años universitarios, con sus cenáculos, fiestas, tertulias culturales, clubes, revistas, excentricidades, etc. El telón de fondo de sus memorias son los convulsos años de la Primera Guerra Mundial y la posguerra. Tras finalizar sus estudios en Oxford, sin mucho entusiasmo, ejerció como maestro en una escuela preparatoria del norte de Gales, experiencia que inspiraría su primera y divertida novela, Decadencia y caída. Estas memorias, a pesar de ser una autobiografía parcial, contienen suficientes ingredientes para adentrarse en una época de la cultura británica que anuncia y consagra la crisis de la modernidad.