A la hora de escribir la historia de la literatura casi siempre se olvida a uno de sus principales protagonistas: el lector. Alberto Manguel (1948), escritor canadiense de origen argentino, lo pone en el centro de este libro en el que, de manera muy entretenida y con una gran erudición, describe la pasión de leer, desde las tablillas sumerias hasta el imprevisible futuro que plantea el CD- ROM. Aunque las circunstancias históricas y sociales han cambiado mucho a lo largo de los siglos, al igual que los soportes, la lectura siempre ha sido un factor decisivo para entrar en contacto con el saber.
Manguel rescata anécdotas muy sabrosas, y revela una original manera de enfrentarse a la historia de la lectura: analiza, por ejemplo, la lectura silenciosa, el lugar que escogemos para leer, la postura, las bibliotecas, los ladrones de libros, etc. La lectura en público desvela interesantes informaciones históricas, como la afición a este tipo de lectura que existía en las fábricas de tabacos cubanas, donde el nombre del habano Montecristo viene del éxito que tuvo la lectura del libro homónimo de Alejandro Dumas.
En todo momento el autor evita el discurso académico para manejar un estilo subjetivo, rico en citas significativas y en pasajes biográficos de lectores compulsivos, como las páginas que dedica a la afición de Kafka a la lectura. El libro reproduce ilustraciones muy interesantes, que suelen dar pie que el autor explique su historia y su significación. Manguel realiza así un homenaje al lector normal y corriente, aquel que aprecia la lectura como la mejor forma de descifrar el mundo.
