Los cambios sociales y culturales actuales causan, en quienes conocieron al menos la sombra de la cultura cristiana, cierta sensación de desorientación y la pregunta por lo que está pasando hoy. El presente ensayo, recopilación de artículos publicados en Nueva Revista, ofrece claves de comprensión de cuestiones importantes: ¿En qué consiste la posmodernidad y cómo hemos llegado a ella? ¿Tiene la ciencia todas las respuestas? ¿Nos llevará la tecnociencia de modo irremediable hacia una era posthumana? ¿Cuáles son los rasgos del nuevo feminismo?
Los autores –Miguel Ángel Garrido Gallardo, Rob Riemen, Enrique García-Máiquez, Juan Arana, Andrés Ollero, María Calvo y José Jiménez Lozano– intentan en sus contribuciones responder a estos interrogantes. La posmodernidad, como humus cultural sin referencias comunes, ha convertido a cada individuo en su propio punto de referencia, en la medida de todas las cosas, según se explica en estas páginas. El relativismo, que hunde sus raíces en el nominalismo medieval, se caracteriza por el escepticismo sobre nuestra capacidad de conocer la realidad y elimina, por improcedentes, grandes preguntas sobre el origen, la finalidad y el sentido de la existencia; en definitiva, de Dios.
Sin embargo, esas grandes cuestiones continúan latentes en el corazón humano y exigen una respuesta, como apuntan estos autores. Cabría pensar que la ciencia podría darla, pero ya Pascal advirtió que eso no es posible, pues el corazón tiene razones que la razón no entiende. Frente a la propuesta nihilista posmoderna, es preciso sostener el amor por lo bueno, lo bello y lo verdadero, que sacan nuestra sensibilidad del entumecimiento y elevan nuestra exigencia moral.
El lenguaje es otra clave de la posmodernidad tratada en este ensayo colectivo. Por otro lado, frente al transhumanismo, los autores de estos textos concluyen que la metafísica no puede ser sustituida por la física, ni la filosofía por la técnica. Además, el proyecto de llegar a una sociedad sin diferencias de sexo ha avanzado en las últimas décadas, a fuerza de deconstruir el lenguaje, las relaciones familiares y la sexualidad. Innegables son los frutos amargos de infelicidad y frustración que está produciendo. Pero la realidad siempre encuentra una vía de superación: muchas mujeres, de alto perfil educativo y profesional y cansadas de imitar a los hombres, quieren ser ellas mismas y están dispuestas a luchar contra los roles sociales que les impone un trabajo según los cánones masculinos, que implica renunciar a la maternidad y despreocuparse de la familia. Este nuevo feminismo defiende las diferencias innatas existentes entre ambos sexos y exige la corresponsabilidad en lo privado y en lo público.
Retornando al título, es preciso reflexionar acerca del lugar del cristiano en la cultura posmoderna. Podemos decir que en el plano vital, consiste en ofrecer un testimonio amable y sincero de su fe y, en el intelectual, trabajar para que se reconozca un fundamento más allá del consenso relativista: en concreto, la ley natural. El libro es un interesante ejemplo de la aportación intelectual que puede realizar el cristianismo en la cultura posmoderna.