Debate. Madrid (1999). 200 págs. 2.500 ptas. Traducción: Ismael Attrache.
Novela nada convencional sobre una infancia que transcurre en un pueblo minero galés durante los años de la primera guerra mundial. A unas condiciones de vida duras en un ambiente laboral revuelto, se suman las noticias que van llegando sobre los jóvenes del pueblo que no volverán de la guerra. A la luz de una noche de luna, el narrador va recuperando los recuerdos de sus correrías con sus compañeros Moi y Huw, cuando solo tenía diez años y el dolor fue golpeando a las gentes de su pueblo hasta que, finalmente, su propio mundo se desmoronó al tener que ingresar su madre en un hospital psiquiátrico.
Todo esto se ve, sin embargo, con los ojos de un niño que se siente protegido por el cariño abnegado y la fortísima fe de su madre y, por tanto, se cuenta con buen humor, con capacidad de apreciar la belleza del paisaje y la bondad de las personas, con un realismo que no hace concesiones a lo pringoso ni emplea ninguna clase de ironía. Si algunas escenas alcanzan una rara intensidad, todas ellas son superadas por la que describe el enorme dolor del niño cuando internan a su madre.
Esta única novela de Prichard, importante poeta galés nacido en 1904 y fallecido en 1980, tiene un explícito contenido autobiográfico y está considerada una obra maestra de la literatura de su tierra. Estilo, ritmo y sintaxis son infrecuentes, pues intentan reproducir las peculiaridades del galés. Son numerosas las referencias a las lecturas bíblicas y a los cánticos litúrgicos que impregnaron la niñez del narrador, quedándose adheridos a los recovecos de su memoria, y hay dos largas e importantes digresiones poéticas que algunos encontramos difíciles. Pero incluso sin captarlas por completo, Una noche de luna deja una impresión imborrable.
Luis Daniel González