La aparición en 2016 en España de Manual para mujeres de la limpieza supuso el descubrimiento de Lucia Berlin (1936-2004), escritora norteamericana apenas conocida en vida. Hoy, sin embargo, se ha convertido en un referente en lo que al relato norteamericano se refiere.
El Manual… incluye 43 relatos de los 76 que escribió Berlin. Más tarde, se publicó Una noche en el paraíso, una antología con otros 22. De Berlin se ha publicado también Bienvenida a casa, una colección de textos autobiográficos relacionados con los numerosos domicilios donde vivió la autora.
Uno de sus hijos, Jeff Berlin, ha preparado los diferentes textos que aparecen en Una nueva vida, que reúne una selección de relatos, más algunos artículos y varios pasajes de diarios de viajes. Completa el volumen una biografía de la autora, escrita por su hijo, que conviene leer, porque en Lucia Berlin, vida y literatura están íntimamente unidas. Jeff destaca aquellos aspectos o momentos que luego pasarán directamente a las obras literarias de su madre. Los numerosos trabajos que ella tuvo, más su complicada vida familiar, sus constantes cambios de domicilio, su inestabilidad emocional y su complicada vida amorosa son la fuente de la que salen sus relatos.
Como escribe Sara Mesa en el prólogo, Lucia Berlin se sirve de su alambicada biografía para “la construcción de un universo literario único”, formado por la suma “de experiencias singulares, en muchos casos extremas, de diferentes paisajes, gentes y lenguas” con las que da forma a un universo narrativo inconfundible, realista, problemático, narrado con una mirada aguda y piadosa.
Destaca el relato “Manzanas”, el primero que publicó, con veintiún años. Son también muy notables “Centralita”, donde la autora realiza un ejercicio de transcripción oral de las conversaciones de un grupo de mujeres que trabajan en la central telefónica de un hospital, así como “El foso”, donde aparecen las consecuencias de un continuado alcoholismo. Otros son meros apuntes o esbozos para desarrollar posteriormente o versiones de cuentos clásicos de Antón Chéjov o Thomas Hardy.
Entre los textos ensayísticos, resalta “Diseñar la literatura: el autor como tipógrafo”, donde Berlin escribe que sus narraciones son “como poemas o diapositivas que ilustran un sentimiento, una epifanía, el ritmo de una época o una ciudad”. Pero, en comparación con los relatos, lo demás no tiene demasiado interés: los artículos abordan cuestiones colaterales de la vida de la autora y los pasajes de los diarios no dejan de ser simples anotaciones apenas elaboradas.
Late en todos estos textos una sensación de fracaso vital, agudizado en algunos pasajes de los diarios. Con todas estas experiencias, Berlin acertó a dar salida literaria a complicados momentos, fuertes vivencias personales, intensos sentimientos con los que retrató un mundo hecho astillas que, sin embargo, tiene el valor de lo auténtico: trozos de la vida misma que Berlin muestra siempre desde una mirada compasiva.