El estilo paradójico y burlón, pero también trascendental, por el que se hizo famoso Chesterton, se fraguó en su faceta más prolífica y tal vez menos conocida: la de periodista. La más prolongada de sus colaboraciones fue con el semanario Illustrated London News, que se extendió desde 1905 hasta su muerte en 1936, y de la que la editorial Encuentro y el Club Chesterton de la Universidad CEU San Pablo publican las correspondientes al año 1907.
Teniendo en cuenta la urgencia por publicar una columna extensa todas las semanas, es sorprendente que ninguno de estos artículos desmerezca del resto. Uno tras otro van cumpliendo las expectativas del lector, que sabe que tras la anécdota leve o la reflexión genérica inicial se encontrará con ese giro humorístico o esa vuelta de tuerca que marcan el estilo de su autor. La capacidad de Chesterton para saltar de un tema a otro, casi siempre por elevación, para llegar a conclusiones tan claras como inesperadas, es uno de sus grandes talentos; otro de ellos es su pericia a la hora de reducir –o ampliar– los argumentos de sus oponentes hasta el absurdo, forzando poco a poco la lógica hasta convertirlos en una bien meditada caricatura.
El creador del Padre Brown es, ante todo, un polemista. Bebiendo de la actualidad de su época, escoge noticias curiosas, debates parlamentarios o discusiones entre intelectuales, para irrumpir en la conversación y exhibir sus brillantes armas contra sus enemigos declarados. Políticamente conservador, pero no reaccionario, su voz es la del sentido común –al menos, la del sentido común de principios del siglo XX–, y sus opiniones, como él mismo declara, parecen brotar directamente de una discusión acalorada en uno de sus lugares favoritos, las tabernas. Desde allí arremete contra las modas más insustanciales, la frivolidad aristocrática, el populismo, la venalidad de los periodistas o la incongruencia de los políticos, y defiende la tradición, la independencia de criterio y la buena vida, espiritual y cultural, pero también corporal.
Cuando Chesterton despliega su capacidad argumentativa es lúcido, pero sus dotes para el aforismo son antológicas. Para cada uno de los muchos temas que abarca esta selección tiene una frase tan rotunda como inolvidable. Recopilarlas todas sería una labor tan divertida como interminable, así que únicamente cabe esperar al siguiente volumen de esta serie para ponerse a ello.
