Se reúnen en este volumen de la colección La Veleta los seis poemarios escritos hasta la fecha por el autor. Este manifiesta en el prólogo: “Al releerlos enteros y seguidos, me he dado cuenta de que son un solo libro. Ante la inesperada unidad de temas, de tonos, de posturas vitales y hasta de recursos retóricos, me he quedado de una pieza”. También señala a algunos poetas que admira y que influyen en su obra como Miguel d’Ors, Jon Juaristi, Aquilino Duque, Eloy Sánchez Rosillo o Andrés Trapiello. A estos, habrá que añadir los poetas ingleses que Enrique García-Máiquez ha traducido.
La trayectoria poética se inicia con Haz de luz (Pre-Textos, 1997), con el que consiguió el Premio Villa de Cox; con el siguiente poemario, Ardua mediocritas (Caja Sur, 1997), ganó el Premio Nacional de Poesía Mariano Roldán 1996. En 2004, se edita Casa propia (Renacimiento), un canto alegre y profundo sobre la vida cotidiana, porque la poesía de Enrique García-Máiquez, que no es hermética, no es nada superficial. En 2010, se publica Con el tiempo (Renacimiento), libro en el que la consideración de la fugacidad de la vida da pie a irónicas reflexiones, llenas de comprensión, divertidas a la par que conmovedoras. Como en los demás libros, hay gran variedad de recursos estilísticos (verso libre, estrofas tradicionales, haikus…).
Tras un silencio de nueve años, en 2019 llega Mal que bien, texto en el que destaca la ironía sobre las vanidades humanas y en el que no faltan los guiños cultos, a pesar de la cotidianidad de los temas tratados, lo que demuestra los buenos conocimientos filosóficos y literarios del autor.
Verbigracia se cierra con Inclinación de mi estrella, poemario editado muy recientemente, con el que se confirma la unidad señalada en el prólogo, por las referencias autobiográficas, la ironía, los toques de humor y esa habilidad para la sentencia profunda que el poeta deja caer de cuando en cuando (“El secreto de la felicidad / está en guardarlo: no buscarla nunca”).
También aquí encontramos variedad de recursos: poemas muy breves de corte popular (“Niebla hay muy poca. / La mejora con humo / la castañera”), varios sonetos, hexámetros y tantas imágenes vivas, impactantes, sacadas de la observación atenta de la realidad (“La glicina, en verano tan frondosa, / es negro laberinto de sarmientos, / pero el cielo se cuelga entre las ramas / con racimos de azul y luz muy blanca”). Poesía que es canto a la vida, gratitud, comprensión, apertura al misterio, aunque nos topemos con el dolor, e invitación a descubrir la belleza trascendente de lo cotidiano.
Un comentario
Esperando poder comprarlo y leerlo con gran ilusión. Pocos hay -en mi humilde opinión- con capacidad para dar con el dardo en la palabra, o llegar al nombre exacto de las cosas. Una delicia que espero disfrutar