Viaje a Rusia

Viaje a Rusia

EDITORIAL

TÍTULO ORIGINALReisen in die Ukraine und nach Russland

CIUDAD Y AÑO DE EDICIÓNBarcelona (2008)

Nº PÁGINAS231 págs.

PRECIO PAPEL16,50 €

TRADUCCIÓN

GÉNERO,

Las novelas de Joseph Roth (1894-1939) ocupan un lugar de honor en las letras europeas. A la vez que comenzaba su carrera literaria, el joven Roth se hacía un nombre como periodista y corresponsal, en una sociedad muy inestable que reclamaba, más que información pura y dura, la capacidad de análisis de que siempre hizo gala este intelectual. En la misma línea que Viaje a Rusia están sus otros libros Las ciudades blancas y Crónicas berlinesas, también publicados en Minúscula.

A las órdenes del Frankfurter Zeitung, el autor de Hotel Savoy, que ya no era ningún desconocido, partió a Rusia en agosto de 1926, y hasta enero de 1927 fue remitiendo un artículo semanal a la redacción de su periódico. En su periplo, recorrió las grandes ciudades y llegó al mar Caspio.

Al revisar hoy el conjunto de estos textos, que van más allá del pintoresquismo a que nos tienen acostumbrados los libros de viajes, asombra lo muy en serio que Roth se tomaba su trabajo como reportero. Su intuición no era fruto del azar, sino de un riguroso examen sobre la realidad de esa sociedad posrevolucionaria.

Judío de la Galitzia oriental, en los confines del imperio austrohúngaro, Roth aborda, como no podía ser de otra manera, la situación de su pueblo, y apunta que la Unión Soviética “es el único país de Europa donde el antisemitismo está mal visto, aunque tampoco haya terminado”. La mujer, los jóvenes, el campesinado, la política religiosa y la censura son otros aspectos sobre los que reflexiona el autor, quien ya entonces detectaba la represión de intelectuales y artistas, y el control de las masas por un poder que sabía cómo encauzar la crítica para sacar tajada de ella. En una página de su diario leemos una curiosa nota que resume su perspectiva: “Si escribiera un libro sobre Rusia, este tendría que describir una Revolución ya apagada, una llama que se consume, restos de brasas y mucho fuego artificial”. La cita es de 1927.

Siguiendo su línea, Minúscula ha preparado una espléndida edición que incluye un recomendable posfacio de Klaus Westermann.

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