Estamos ante una obra difícil de clasificar en la que el conocido periodista y escritor polaco nos conduce por toda una serie de estilos e itinerarios: autobiografía, libro de viajes, manual de historia antigua, crónica histórico-periodística de Asia y África posteriores a la descolonización…
El libro proporciona claves también sobre la trayectoria del Kapuściński reportero, que a mediados de la década de 1950, antes de desempeñar su primera corresponsalía en el extranjero, recibe como regalo de su redactora jefe la «Historia» de Heródoto. A partir de entonces, el libro del historiador y viajero de veinticinco siglos atrás acompañará a Kapuściński a escenarios tan dispares como la India de Nehru, la China de Mao o el Egipto de Nasser, sin olvidar los países africanos surcados por los conflictos y que tan bien conoce nuestro autor.
Como en otros libros, Kapuściński combina magistralmente los hechos de la pequeña historia, la protagonizada por la gente corriente a la que pregunta y escucha, con las reflexiones sobre los personajes de la gran historia política, aunque esta vez añade el novedoso elemento de la reflexión sobre pasajes seleccionados del texto de Heródoto, en especial los que se refieren al imperio persa y su guerra con los griegos.
El autor polaco parece considerar a Heródoto como uno de los primeros reporteros, que no sólo relata los hechos que ve -o le cuentan- sino que es el descubridor de un mundo en el que «las respectivas culturas no son sino espejos en los que vemos reflejada la nuestra».
La variedad de culturas sirve para comprendernos mejor a nosotros mismos. Los hombres no son tan diferentes, pese a la diferencia de cultura, y la ambición de poder tampoco lo es, tal y como demuestran las crónicas palaciegas -por lo general, trágicas y sangrientas- de los emperadores persas, que parecen contraponerse a la defensa que las ciudades griegas hacen de su libertad.
Heródoto nos presenta todo un catálogo de crueldades y arbitrariedades persas -acaso no muy diferentes de las que Kapuściński ha visto en los regímenes totalitarios o en los países africanos víctimas del caos político y social-, y de su lectura acaso pudiera deducirse que el choque de civilizaciones ha sido una constante histórica.
En cualquier caso, el reportero polaco ve en Heródoto un maestro indiscutible, tanto de la historia como de la vida, una guía valiosa para combinar el pasado y el presente en el continuo flujo del tiempo histórico.
El historiador griego sirve, en definitiva, a Kapuściński para cruzar con soltura la frontera del tiempo, algo que, según él mismo nos confiesa, puede ser incluso más apasionante que atravesar la frontera del espacio por medio de sus viajes como reportero.
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