Max Tegmark es un físico y cosmólogo sueco-estadounidense, profesor en el MIT y director científico del Foundational Questions Institute (FQXi). También es cofundador del Future of Life Institute (FLI), una organización que defiende el altruismo eficiente y que ha recibido multitud de donaciones, entre ellas las de Elon Musk, para investigar los riesgos que la inteligencia artificial puede tener para la humanidad.
En Vida 3.0, Tegmark se plantea qué significado tiene el ser humano en la era de una inteligencia artificial avanzada. Para su exposición utiliza tanto elementos especulativos como datos reales procedentes de la física moderna, en un texto organizado y bien estructurado, a caballo entre la ciencia-ficción y el ensayo riguroso.
En estas páginas se describe el paso de la vida 1.0, la vida biológica, a través la vida 2.0, la vida cultural, a la vida 3.0, en la que la inteligencia artificial, además de aprender, podrá rediseñar su propio hardware y estructura interna. Llegará el día, según el autor, en que la inteligencia artificial se desarrolle tanto a sí misma que superará a la inteligencia humana. Esto no es en sí muy traumático –en la actualidad ya fabricamos máquinas que mejoran y superan ciertas capacidades humanas–, pero sí resultaría problemático que esas máquinas tuvieran sus propios objetivos y que estos no estuvieran en sintonía con los de los humanos que las crearon.
De acuerdo con Tegmark, deberíamos ocuparnos no solo de la técnica, sino de estudiar cómo construir una inteligencia artificial que respetara los fines del hombre y no se rebelara contra la propia humanidad. Aunque se muestra optimista, hace que el lector tome conciencia de los importantes riesgos que existen si se desatienden los criterios éticos o no se estudia la forma de coexistencia entre las máquinas y el hombre. No se trata, pues, de imaginar cómo será el futuro, sino de cómo queremos que sea.
Tegmark se plantea problemas éticos –aunque no los resuelve– y reflexiona sobre lo que puede significar el libre albedrío y la conciencia. Incluso propone una concepción teleológica del saber: este, en lugar de basarse en causas, como la ciencia, se centra en las finalidades y la evolución de la materia organizada. Pero no hay ninguna referencia a la trascendencia en el ensayo, y para el autor, por ejemplo, los valores éticos se deberían gestionar por consenso.
El libro fue best-seller en la lista del New York Times el año pasado. Invita a una reflexión profunda y puede ser un semillero de posibles guiones cinematográficos o de novelas de ciencia-ficción, aunque es un ensayo serio. En cualquier caso, disfrutarán de él quienes estén interesados en la evolución de la tecnología o preocupados por el futuro de la humanidad.