Vida de un escritor no es, salvo de forma circunstancial, una autobiografía; constituye más bien el homenaje final que el periodista ofrece a sus reportajes inconclusos, a sus artículos rechazados, a sus historias sin final, pero también a su oficio. Reportero vocacional, Talese ha tenido la virtud de oler siempre la noticia y la claridad para convertir en titulares la vida cotidiana, siendo al mismo tiempo consciente del carácter provisional y perecedero de sus reportajes. Y así es como el lector ve pasar también su propia vida, como un cuadro realista y nítido que le permite evocar la infancia y la juventud del hijo de un sastre de origen italiano, en cuya existencia las cosas suceden por azar y capricho, pero que son siempre aprovechadas…
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