Nicola Gardini, italiano, profesor de literatura comparada en la Universidad de Oxford, hace una interesante y apasionada apología de la lingua latina. Sería más preciso decir que defiende la cultura de la civilización occidental que está depositada en cientos de volúmenes escritos en latín. En esta lengua “están escritos los secretos de nuestra identidad” y el latín es la llave que da acceso a esos tesoros.
Gardini reconoce que el aprendizaje del idioma requiere esfuerzo, pero merece la pena, y explica por qué: cuenta de manera amena el camino que él mismo recorrió, lo que le aportaron –y pueden aportarnos– Cátulo, Cicerón, César, Horacio, Virgilio, Tácito, Séneca, San Agustín, y tantos otros. Insiste en lo que cada autor aporta a la lengua y lo que ello supone en la formación del pensamiento.
Cada uno de los 22 capítulos destaca un aspecto de la lengua y su evolución; en cada uno habla de diversos autores, produce textos que traduce y comenta: la precisión semántica, la organización del texto, la manera de sugerir, la musicalidad… En el capítulo 18 menciona –hecho notable en estos estudios– a los autores cristianos y muestra cómo también ellos influyeron en la evolución y belleza de la lengua latina.
El último capítulo, titulado “Elogio a modo de despedida de la lengua inútil” hace una de las más inteligentes defensas del latín que yo haya leído; resulta que no es una lengua inútil, ni está muerta.
Cabe decir que, a pesar de las intenciones divulgativas del autor, no es un texto excesivamente fácil, pero sí de máximo interés.