Este poemario, el primero que escribe la autora, periodista que ha trabajado en gabinetes de Comunicación, se divide en dos apartados. El primero, “Farolas con magia”, incluye versos de inspiración urbana, que surgen al observar el paisaje habitual de la vida en una gran ciudad. El segundo, “Enjambre de caminos”, alude al mundo de la naturaleza. El contraste entre las dos partes, temático antes que técnico, permite a la autora imprimir al conjunto una armonía poética que seduce por la variada tonalidad de sus destellos y evita sobresaltar al lector con giros bruscos de estilo o de ritmo.
En las dos formas temáticas, la lírica de Reyes Cáceres puede parecer, en ocasiones un tanto abstracta, al referirse a imágenes que encierran un sentido huidizo, más bien conceptual, desconcertante para aquellos lectores dotados de una sensibilidad más emotiva que intelectual. Sin embargo, esto no impide que, incluso en tales casos, los poemas logren transmitir un fondo de alegría que se expresa con fuerza y en términos inequívocos.
El constante empleo del verso libre permite alcanzar una expresión muy personal, con cambios de ritmo, construcciones sintácticas audaces y una adjetivación imaginativa, siempre en busca del efecto más gráfico y sugerente. Parece como si la autora obligue a las normas a flexibilizarse, con respetuosa voluntad expresiva que nunca es transgresora ni agresiva, en su manifestación de libertad creadora.
Ideas, imágenes, sutiles insinuaciones, oscuras elipsis, sencillos juegos, recursos poéticos que envuelven al lector en una atmósfera tamizada, armoniosa. Voz , también, a veces, un poco inquietante por la exigencia urgente que reclama valor ante el riesgo, igual que dulzura para la paz.
