Hartos de la tiranía de las compras a plazos, las hipotecas y la ansiedad por lograr el más alto escalafón, cada vez más hombres y mujeres empiezan a preguntarse si su calidad de vida no mejoraría renunciando a ganar más y procurando gastar menos. Esta tendencia, que comenzó en Estados Unidos y ya se extiende por Europa, incluye, entre sus manifestaciones, desde la reducción del tren de vida al reciclado de materiales, y hasta las fórmulas de propiedad compartida, sin olvidar los matices de una mentalidad ecologista, preocupada por la conservación del planeta. Pero debajo se descubre un punto común: el dinero no garantiza la calidad de vida tan fácilmente como se pensaba. Las editoriales han advertido esta nueva preocupación y todos los meses aparecen títulos con consejos para un modo de vida más austero.
Vicky Robin y Joe Domínguez han aportado su grano de arena en la lucha contra el consumismo en Estados Unidos con un libro-guía de título sugerente, La bolsa o la vida (1), del que han vendido 350.000 ejemplares en tres años. Con la fuerza de su convencimiento, se convirtieron en los portavoces de una forma de vida más sencilla, conocida en Estados Unidos como el downshifting -que podría traducirse como desacelerar o simplificar-.
En busca de un nuevo concepto de austeridad, los promotores de esta teoría renunciaron a los caprichos hasta reducir sus gastos en un veinte por ciento y se propusieron literalmente vivir de rentas. Lo primero que hay que hacer -suele afirmar Robin- es averiguar el grado de satisfacción que nos producen las cosas, para distinguir «una ilusión pasajera de la verdadera satisfacción». Con esta fórmula cada uno puede detectar los valores que le proporcionan bienestar y descubrir de cuánto sueldo y, por lo tanto, horas de trabajo puede prescindir. A partir de ahí, su libro ofrece un programa para alcanzar paso a paso un nuevo equilibrio vital más satisfactorio. Sus fórmulas, sin embargo, no son trasplantables al pie de la letra a la mentalidad europea. Dejar el trabajo para vivir de rentas, aunque sea aplicando la ingeniería financiera, no se ajusta a los criterios de uso del tiempo habituales en Europa, donde el entorno laboral cumple otras funciones además de proporcionar recursos, y donde el trabajo se considera también un modo de autoafirmación y de contribución al desarrollo de la sociedad.
Vivir mejor con menos (2) es también lo que nos proponen Alicia Arrizabalaga y Daniel Wagman, en una obra en la que se anima al lector a consumir con cabeza, partiendo de la idea de que el dinero nunca podrá llenar las necesidades afectivas. El libro se presenta como una guía práctica para que el lector advierta las repercusiones que su consumo tiene sobre los recursos del planeta y sobre su bienestar. Sus observaciones sobre las amenazas al medio ambiente son a veces simplistas y poco documentadas, pero sus sugerencias para llevar una vida más austera resultan aprovechables. Entre otras cuestiones, la versión hispana del downshifting propone el trueque de servicios entre vecinos -clases de idiomas a cambio de la reparación de un grifo- o la constitución de cooperativas de consumo.
Conseguir que los hijos sepan lo que cuesta ganar el dinero y cómo administrarlo bien es una preocupación bastante generalizada entre los padres. Antonio Vázquez, experto en orientación familiar y presidente de una institución educativa, intenta responder a esta inquietud en su libro Educar en el uso del dinero (3). Desde una vertiente familiar, en su obra se sugieren pautas pedagógicas concretas para prevenir los riesgos del consumismo en los hijos. Una vez aceptado el planteamiento de partida -el dinero debe estar siempre al servicio de la persona, y no al revés-, se exponen planes de acción educativa aplicables a chicos de distintas edades.
Con ejemplos gráficos, Vázquez advierte que el primer paso de la tarea educativa estriba en la coherencia de los padres: conversaciones, proyectos, planes… pueden contradecir y hacer inútil la mejor perorata sobre el comportamiento correcto. «Cuando la mayor parte de las conversaciones familiares tienen su epicentro en el dinero -explica-, emitimos el mensaje inequívoco de que el dinero es el eje de nuestra vida».
M. Ángeles Burguera_________________________(1) Joe Domínguez y Vicky Robin. La bolsa o la vida. Planeta. Barcelona (1997). 407 págs. 2.800 ptas.(2) Alicia Arrizabalaga y Daniel Wagman. Vivir mejor con menos. Aguilar. Madrid (1997). 254 págs. 2.400 ptas.(3) Antonio Vázquez. Educar en el uso del dinero. Palabra. Madrid (1997). 231 págs. 1.250 ptas.