Warlock

Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores. Barcelona (2009). 687 págs. 23 €. Traductor: Benito Gómez Ibáñez.

GÉNERO

En 1880 Warlock es una polvorienta comunidad fronteriza cercana a México. Aún no ha conseguido el estatuto de ciudad y no tiene por tanto autoridades. Cada uno defiende lo suyo como puede. El Comité de ciudadanos, la gente honrada, los comerciantes, contratan a un pistolero para que ponga orden con sus colts de cachas de oro. Con él llega a Warlock un amigo jugador que levanta un negocio de diversión.

Warlock es la encarnación del Salvaje Oeste: vaqueros, mineros, el juez, el doctor, las chicas del salón, el telégrafo, diligencias, cantinas, cuatreros, tahúres, la Caballería, apaches, mexicanos, polvo y revólveres. El mito esencial del blanco norteamericano de alma dura, aislada, estoica y asesina. Más adelante vendrían el amor a la libertad, el afán de superación y la democracia. En Warlock las pasiones se desbocan a la mínima y tiene razón el que ha sido más rápido al desenfundar. La vida es un juego de una crueldad implacable que hay que vencer con el alcohol o haciéndose el muerto hasta que pasa cada tormenta.

Pero hay algunos que hacen frente al miedo e intentan seguir la conciencia, y de eso trata esta magnífica novela, que sólo se parece al western comercial en la ambientación. Warlock no es ficción barata sino gran literatura. En este universo épico de héroes y canallas tan reconocible por el cine y la subliteratura tiene lugar la disputa eterna entre civilización y barbarie. Sin tópicos ni maniqueísmos, quizás su acierto más importante es el desplazamiento del conflicto desde los antagonistas naturales hacia aquellos del mismo bando: la ley, la responsabilidad, el sentido del bien y la conciencia pondrán a prueba fuertes lazos de sangre, amistad o amor, y lo hará hasta extremos de tragedia griega, o shakespeariana, o de novela rusa, en un crescendo progresivo que nos deja sin respiración.

Hall demuestra una potencia narrativa muy dotada para la épica. Sus protagonistas no dicen una palabra más de la precisa, quizás porque la convivencia con la muerte anula toda tontería; hay perspicaces comentarios y análisis de unos sobre los otros. Los mismos hechos son una y otra vez revisados desde distintos ángulos, y esto siembra la confusión entre los hombres, siendo como es una sola la verdad. Al final queda claro que seguir las reglas y respetar la conciencia es el único camino posible, aunque a veces sea el más largo o el más caro.

Hall (San Diego, 1920-2008) escribió sin duda en 1958 una trepidante e intensa novela moral, un microcosmos de todas las pulsiones humanas. La auténtica frontera en la que viven sus personajes no es entre Estados Unidos y México, sino entre el bien y el mal. En medio de duelos, whiskys y relinchos, cada personaje deberá encontrar su camino y descubrir que la vida no es lo más importante que pueden llegar a perder.

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