El norirlandés Ronan Bennett (1956) ha escrito varias novelas, de las cuales Zugzwang es la primera que se traduce al español. Tan intrincado título designa, con expresión alemana, una situación del juego del ajedrez en que uno de los jugadores se halla abocado a la derrota sea cual sea el movimiento que realice. Se trata de una metáfora de las situaciones comprometidas que los personajes de este thriller, y singularmente el protagonista, han de afrontar.
Pues de thriller se trata, y de thriller histórico. Nos hallamos en San Petersburgo en 1914 y el psicoanalista judío Otto Spethmann, que vivía plácidamente entregado a su trabajo y a su afición ajedrecística, ve dar un vuelco a su vida cuando recibe la visita de unos antipáticos policías interesados, al parecer, en implicarle en actividades subversivas.
La trama avanza en un constante paralelismo con la partida que juegan Spethmann y su buen amigo el músico Kopelzon, y lo hace en tensión creciente, con progresivas revelaciones en las que, junto a su tranquilidad, vemos también peligrar la estabilidad familiar del protagonista, viudo y con una única hija, Katherine, agente y víctima a la vez en las oscuras maquinaciones que apuntan al zar como objetivo último.
Bennett narra con agilidad y sin concesiones (salvo un feo pegote erótico). Los sucesos son creíbles en general, incluso ese cúmulo final de dobles juegos que casi recuerdan El hombre que fue jueves, de Chesterton.
Y, si los personajes son convencionales (idealistas exaltados, ricachones sin escrúpulos, perversos reaccionarios), hay que reconocer al autor un inusual realismo en el relato de las secuencias de acción, presentadas con frecuencia como una sucesión de flashes que la mente aturdida del protagonista tarda en procesar, y que dan la sensación de lo vivido.