El cine de los ochenta sigue de actualidad debido a los numerosos homenajes y secuelas que se le dedican. Éste es el caso de Colonial Marines, la supuesta continuación de la clásica Aliens, el regreso (1986). Sin embargo, para un proyecto de tal envergadura y que ha estado más de un lustro en preparación, el resultado dista de lo esperado.
Lo más decepcionante para los fans quizás sea el guión. La historia, situada cronológicamente tras la controvertida Alien 3 (1992), prometía un retorno al planeta de la segunda entrega para esclarecer los misterios abiertos desde hace décadas. No obstante, dado que estos misterios son los que han mantenido viva la franquicia, los guionistas no han querido mojarse: hay pocas respuestas e incluso se abren nuevos interrogantes. Además, los personajes y los diálogos no son competencia para el original y hasta llegan a ser risibles.
Cabe destacar, no obstante, la labor de documentación para mostrar los restos del conflicto acontecido en el filme, si bien el punto de partida es inconsistente: la colonia debería haberse volatilizado y no quedar en pie, mucho menos con electricidad.
En cuanto al sistema de juego en sí, cumple sin florituras: lo principal es limpiar las salas de enemigos y alcanzar objetivos, aunque curiosamente los momentos puntuales basados en la confusión o el sigilo son los que mejor transmiten el terror del cine. Un paseo por el pringoso nido de las criaturas o por un pasillo con escapes de vapor son experiencias que no podían fallar, máxime cuando hay que suplir la legibilidad del entorno con el mítico sensor de movimiento.
El comportamiento de las armas y de los enemigos, con algunas aportaciones curiosas, ayuda a lograr el efecto deseado, pero ahí acaba lo positivo. Ni el regreso de algunos actores de la película (en versión original) ni un modo multijugador competente, con campaña cooperativa para dos jugadores, pueden ocultar una larga lista de despropósitos fruto de un tortuoso desarrollo.
Hay animaciones pobres y a saltos, tirones en la imagen (peores en Xbox 360), texturas de baja calidad que tardan en cargar, sombras serradas, cortes bruscos en la música, efectos y modelados anticuados, un doblaje al español poco inspirado y sin sincronía labial; cuesta orientarse y entender los objetivos, y la campaña es corta. Lo más grave de todo es que el juego lucía mucho mejor en sus promociones y, seguramente para no retrasarlo más, en la versión final se han eliminado efectos, y eso desluce su atmósfera.
En conjunto no es un mal juego pero sí una oportunidad de oro perdida para haber hecho una perfecta simbiosis entre cine y videojuegos. Puede interesar a adultos que sean fans de la franquicia y busquen sustos y emoción sin pretensiones, una vez que haya bajado de precio.