Angry Birds es todo un éxito en los teléfonos móviles. Ha conseguido recaudaciones millonarias con cada uno de sus juegos. Otra saga extremadamente rentable es Star Wars, cuyas ganancias son casi inconmensurables. Por eso unir ambas en un videojuego sería tener dos éxitos en uno, un pastel demasiado jugoso como para dejarlo pasar. Así pasó y funcionó muy bien en smartphones.
Por eso Rovio y Activision se han unido para, con la licencia oficial, sacar el título en las consolas de sobremesa, yendo más allá del mercado de los smartphones. El resultado ha sido el esperado: un juego tan divertido como el original que se maneja con el mando estándar y que aprovecha las posibilidad del multijugador ofreciendo competitivo y cooperativo, algo que no tienen los móviles.
Por lo demás ofrece lo que daba en los terminales: divertidos personajes representando a los principales de Star Wars, usando poderes como La Fuerza y objetos como los sables láser. Por supuesto, los escenarios están basados en los de las películas y las músicas tienen el toque de las composiciones de John Williams pero con el estilo alocado de Angry Birds.
Queda así un título accesible para todos los públicos y muy divertido que, aunque podría haber sido algo más ofreciendo más opciones y retos, no defraudará a los fans de una y otra saga.
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