Final Fantasy es otra de esas sagas cuyos títulos se cuentan (no es exageración) por decenas. Entre la saga principal, spin-offs y remakes hay una gigantesca cantidad de material por conocer. Pues bien, a finales de 2016 y tras 10 años de desarrollo con muchísimos cambios, llegó la entrega número 15 con una buena cantidad de cambios para abrirse a un público mayor.
La historia, para no desvelar demasiado, trata de un viaje: el que debe hacer el príncipe Noctic para contraer matrimonio con una princesa. Dicho viaje lo realiza con tres amigos íntimos, pero las cosas se tuercen enseguida, porque la paz que hay en el reino es extremadamente volátil.
Este Final Fantasy trae consigo principalmente dos aspectos: unos escenarios enormes llenos de misiones secundarias (ideales para ir poco a poco subiendo de nivel a nuestros personajes, aunque por desgracia no aportan nada a la historia principal) y un sistema de combate en tiempo real que, sin embargo, se puede pausar en caso de necesidad. Estos cambios pueden suponer una pequeña decepción para los que esperaban una entrega absolutamente continuista, pero también están pensados para agradar a las nuevas generaciones que busquen un sistema de juego más rápido que en entregas anteriores.
El resto de elementos sigue igual: unas localizaciones de inmensa belleza, composiciones musicales para el recuerdo y una historia que poco a poco se va complicando y ofrece giros de guion interesantes.
Técnicamente se le pueden achacar pocos peros: totalmente desarrollado para las consolas recientes, los gráficos y el sonido son excelentes, aunque es una pena que siga sin llegar doblado al castellano. Eso sí, llega correctamente subtitulado.
Con multitud de guiños para los fans de toda la vida pero con elementos nuevos para satisfacer a los recién llegados, este Final Fantasy se perfila como una gran apuesta para los que gusten de los juegos de fantasía, rol, aventuras y acción.
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